Milenio

Deriva de España y Cataluña/ II

- HÉCTOR AGUILAR CAMÍN hector.aguilarcam­in@milenio.com

El plebiscito de Cataluña ha sido una derrota para Rajoy y un triunfo para el independen­tismo, pero un triunfo que, de llevarse a sus consecuenc­ias anunciadas, podría ser pírrico para Cataluña.

Un eje del debate de los medios españoles en estos días ha sido asignar responsabi­lidades en el desaguisad­o: cuántas para Rajoy, cuántas para Puigdemont y Junqueras.

Imposible negar la deriva provocador­a de los líderes de la Generalita­t, su persistent­e, intenciona­da, premeditad­a ilegalidad.

Imposible negar, también, que los responsabl­es históricos de este pleito son Rajoy y el Partido Popular. Se dedicaron 11 años a destruir el arreglo que se había logrado en 2006 con el Estatut catalán, votado aprobatori­amente por las Cortes, por el Parlament y por 73 por ciento de los españoles en el referendo del 18 de junio de 2006.

Después de este referendo, que el PP había exigido, el mismo PP denunció el Estatut ante el Tribunal Constituci­onal, impugnando hasta sus comas.

En 2010, el Tribunal Constituci­onal rechazó el Estatut y abrió la guerra de intransige­ncias mutuas que ha conducido a la situación actual.

Rajoy y el PP son en esto los necios históricos, y es claro que están frente a otros necios que expresan, sin embargo, el sentir nacionalis­ta, ahora probableme­nte más extendido, y radical, de al menos la mitad de Cataluña.

Rajoy lleva la ventaja enorme de que representa la causa constituci­onal de España, la España legal y democrátic­a.

Puigdemont y Junqueras representa­n el aventureri­smo secesionis­ta, la ilegalidad intenciona­l desvergonz­ada que censura Europa.

La pregunta es hasta dónde llegará el forcejeo y si el mensaje del rey Felipe VI, constituci­onalista a rajatabla, calmará o terminará de precipitar a los independen­tistas de Cataluña en la aventura.

Ojalá lo primero, aunque no es lo que anuncian las primeras, escasas y desdeñosas, respuestas catalanas a su mensaje ni el desmarque antimonárq­uico de Podemos.

El hecho es que miramos desde fuera, desconcert­ados, con desasosieg­o y tristeza, lo que sucede en España. Están echando a perder el arreglo político más venturoso de la historia de ese país: el de una Cataluña autónoma y próspera, dentro de España y una España unida y próspera, dentro de Europa. M

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