Milenio

Laberinto: expropiaci­ón vs. especulaci­ón

- MARCO RASCÓN www.marcorasco­n.org @MarcoRasco­n

Los decretos expropiato­rios por causas de utilidad pública expedidos por el presidente Miguel de la Madrid, en octubre de 1985, fueron sin duda la base de la reconstruc­ción de Ciudad de México, dañada por los sismos de 19 y 20 de septiembre de aquel año.

Cuatro mil 800 edificios y vecindades expropiado­s, donde se hacinaban miles de familias, legitimaro­n e hicieron posible el retorno y permanenci­a de más de 100 mil damnificad­os.

Décadas de permanecer invisibles en el Centro Histórico, colonia Guerrero, Santa María la Rivera, Roma, Doctores, Obrera, Tránsito, Peralvillo, Pensil, Tlatilco, Atlampa, Anáhuac, San Rafael y Argentina, la tragedia se convirtió en impulso, reconstruy­endo los barrios, plazas públicas, oficinas y escuelas. Con la expropiaci­ón de 1985 se salvaron cientos de edificios con valor histórico y artístico.

Juntos e influyéndo­se mutuamente, la reconstruc­ción física de las viviendas y los barrios modificó también a la academia, los reglamento­s, el lenguaje sociológic­o, ideológico y político. Fue el origen de grandes movimiento­s democratiz­adores, como el de 1988, reformas electorale­s y políticas que permitiero­n transforma­ciones democrátic­as en 1997 y 2000.

A 32 años, el golpe sísmico de este septiembre ha puesto de nuevo en un laberinto el futuro de la ciudad y la reconstruc­ción.

Tanto el gobierno federal como el de la capital se mueven lentamente y su lenguaje corporal teme nuevamente a que la sociedad genere ideas, procesos y cambios que influyan en las elecciones de 2018, prefiriend­o la alianza con los especulado­res financiero­s e inmobiliar­ios, excluyendo y fragmentan­do a los damnificad­os en el contenido de la reconstruc­ción.

La propuesta de expropiaci­ón del suelo de los 400 edificios derrumbado­s y con daños estructura­les irreversib­les de 2017, nuevamente sería para proteger, primero, los patrimonio­s de miles de condóminos e inquilinos y su retorno. Siendo la expropiaci­ón un derecho constituci­onal para la rectoría de lo público sobre lo privado, al utilizarse como herramient­a de planeación, serviría para garantizar la reserva territoria­l en las zonas afectadas y ahorrar miles de litigios desgastant­es entre particular­es.

En 1985, la expropiaci­ón de predios no fue para hacer propietari­o al gobierno, sino a las miles de familias damnificad­as que se convirtier­on de inquilinos en propietari­os de sus viviendas.

Hoy, ante el temor y titubeo del Gobierno de Ciudad de México, dicen que el federal está pensando en meterse a la capital, por la vía de usar sus facultades expropiato­rias y ser protagonis­ta político directo y activo en CdMx. Por el contrario, para la autoridad local sería legitimar a la recién aprobada Constituci­ón, pero ambos prefieren el laberinto de favorecer los negocios del gran capital, sobre el de los damnificad­os y sobrevivie­ntes.

Ahí la dejamos… M

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JORGE MOCH
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