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Valenza, ciudad del norte de Italia y capital de la industria joyera del país, es testimonio de los giros en las inversiones que sacudieron la economía de la eurozona en la última década. Durante los peores años de la crisis financiera, las exportaciones de joyería italiana tuvieron una caída de 30 por ciento en volumen en los tres años hasta 2009, y varios cientos de talleres en esa localidad cerraron sus puertas.
Pero este año, Bulgari, grupo de joyería de lujo, abrió una planta de cristal reluciente en las afueras de la ciudad, la culminación de decenas de millones de euros de inversión.
Jean-Christophe Babin, director ejecutivo de Bulgari, dice que el gasto aumentará 50 por ciento la capacidad de su compañía en Italia y espera invertir más en la planta, con lo que su fuerza laboral pasará de 500 a 700 en dos años.
El regreso de la ciudad refleja los cambios en la zona, donde la inversión total ahora recupera los niveles previos a la crisis.
La inversión en la región de 19 países fue de 562 mil 800 millones de euros en el segundo trimestre de este año, a la par de los 562 mil 200 millones de los primeros tres meses de 2008. “Vemos muchas señales positivas más”, dijo Chris Williamson, jefe economista de empresas de IHS Markit, un grupo de investigación.
Desde hace mucho la inversión fue el ingrediente que faltaba en la recuperación de la zona euro y para muchos economistas su bajo desempeño sostenido ayuda a explicar por qué tomó tanto tiempo para que el crecimiento del empleo y productividad pudieran recuperar su nivel anterior. Si las empresas retienen la inversión, su capacidad de producir bienes se reduce ya que el equipo actual se gasta y la productividad se retrasa.
Pero el impulso que alcanza la recuperación creó un dilema: el crecimiento de la eurozona, junto con el de la inversión que la acompaña, ¿es lo suficientemente robusto como para poder forjar su propio camino o todavía necesita ayuda de los banqueros centrales de la región?
A Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), le preocupa que sin la política monetaria ultra flexible de su