Milenio

El problema del político religioso

-

No sé qué me dio más miedo: ver al virtual candidato presidenci­al de Morena dejarse bendecir largamente por imposición de las manos en su cabeza o el niño predicador evangélico hablando como un profeta bíblico. Ninguna de las dos partes de esta imagen es para tranquiliz­ar. Porque estamos viendo un pequeño anticipo de lo que vendrá en los próximos meses durante la campaña y también en presencia de un fenómeno que, de manera diversa y multiplica­da, está haciendo trizas a la República laica y sus libertades. Lo peor del caso es que no se trata únicamente de ocurrencia­s pasajeras o estrategia­s confesiona­les de campaña. Todas estas señales muestran lo alejado que nuestros políticos están de los principios del Estado laico y lo que éste defiende: libertad de conciencia, igualdad y no-discrimina­ción, todo lo cual supone la necesidad de separar las creencias personales de la función pública. Cuando un político comienza a juntarlas, es un mal anuncio para las libertades de aquellos que no comparten las creencias personales del funcionari­o. Porque lo lógico es que, si el político está juntando sus creencias con sus aparicione­s públicas, es porque pretenderá luego establecer políticas públicas de acuerdo con las primeras. Si no es así, ¿para qué explaya sus creencias de manera pública? ¿Para que vean que es una buena persona, aunque luego no vaya a aplicar sus creencias en los asuntos públicos? Entonces, una de dos: o es un gesto de campaña vacío e hipócrita (porque no se va a juntar la creencia religiosa personal con su función pública) o, en efecto, se planea hacerlo, lo cual afectará las libertades de todos aquellos que no comparten dicha creencia religiosa, a través de políticas públicas que responden a una moral específica. En cualquier caso, son malas noticias. Por ello, rechazar cualquiera de estos gestos no es un problema de anticleric­alismo o antireligi­osidad. Por el contrario, estos políticos tendrían que saber (porque lo ignoran, aunque se digan juaristas), que el Estado laico se creó, precisamen­te generando espacios de libertad, a través de la separación entre política y religión, entre Estado e Iglesias, para todos aquellos que no comparten las creencias dominantes, cualquiera que éstas sean. Por eso el Estado laico está unido intrínseca­mente a la democracia. Aunque, evidenteme­nte, esto es algo que no está en el centro de las preocupaci­ones de nuestros políticos. M

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico