Reconstruir
Caminé por las calles de las colonias Hipó- dromo y Condesa. Nunca vi este barrio tan lastimado y herido. He vivido toda mi vida, más de medio siglo, habitando algún predio de los terrenos de la hacienda de Santa Catarina del Arenal, que perteneció a la tercera Condesa de Miravalle. En ese mundo, todo empezó con la herencia de una mujer, María Magdalena Dávalos de Bracamontes y Orozco, dueña de la hacienda. Donde se construyeron edificios de oficinas, restoranes, bares y cantinas, un día hubo sauces en el camino que conducía a la casa virreinal que permitía ver los magueyales y las casas de adobe de Tacubaya. Los límites de la hacienda fueron alguna vez los ríos de la Piedad y Tacubaya, el camino a Chapultepec y los potreros de la Romita.
Reconstruir, escribió Octavio Paz después del terremoto de 1985, es rectificar. Una tendencia arquitectónica y urbanista sostiene que erigir nuevos edificios altos, mejor construidos, más cimentados, es el mejor camino para derrotar a los sismos. Creo en cambio que reconstruir sin un sentido de la historia será de nueva cuenta un error que al cabo del tiempo costará vidas.
Vicente Escandón y Rafael Martínez de la Torre, dos eminencias decimonónicas, robaron y se apropiaron, a precios de risa, de terrenos en los que a principios del siglo XX fundaron la colonia Condesa. Nuestro origen son los negocios turbios, si caváramos encontraríamos en el fondo las pruebas del despojo inmobiliario de tres o cuatro familias del porfiriato. Martínez de la Torre le vendió a los Escandón su parte de la Hacienda de la Condesa y éstos derruyeron la casa virreinal para levantar una casona estilo inglés de torretas y balcones con pilastras, terrazas, caballerizas, cancha de tenis (hoy la Embajada de Rusia). No lo sabían, pero los especuladores fundaban una ciudad que soñaron como París o Londres, aunque en realidad firmaban el contrato de arrendamiento con una sucursal del infierno.
Hay una zona cero: Ámsterdam, Sonora, avenida México, glorieta de Popocatépetl y calles aledañas. Devolverle a esta zona su carácter histórico sería una forma de la reconstrucción. Privilegiar casas y edificios de pocos pisos salvará vidas y le devolverá a esas calles algo de su historia. La codicia inmobiliaria ha costado mucho dinero, muchas vidas y ha dejado a familias enteras a la intemperie. Ocurrió el sismo del 85 y sin atender a las advertencias del subsuelo se volvieron a construir edificios altos en una zona sísmica. La especulación inmobiliaria se propone de nuevo poblar ese sueño de grandeza que al final será una pesadilla. M