De intenciones y consecuencias
Curiosidades de la historia: el PAN impidió que López Obrador llegara a la Presidencia en 2006; ahora se lo está facilitando
La renuncia de Margarita Zavala al PAN y su registro como candidata independiente trastocaron los términos de la contienda presidencial del año próximo. Hasta la semana pasada, ésta se perfilaba como una competencia entre AMLO y el candidato del frente, con un PRI rezagado al tercer lugar, debido tanto a la elevada reprobación de la gestión del presidente Peña Nieto (78 por ciento de la población), como al sólido y generalizado desprestigio del partido oficial, expresado en el deseo de que haya alternancia en Los Pinos: 74 por ciento de los ciudadanos, según la última encuesta GEA-ISA, dice que es conveniente para el país que el próximo año la Presidencia quede en manos de un partido distinto al PRI.
Ese escenario está en proceso de modificarse porque el PAN, el partido más fuerte de los integrantes del frente, fue incapaz de mantener su unidad interna. Se desconoce la magnitud del reacomodo de preferencias electorales que generará el cambio de Zavala, pero considerando lo cerrado de la distribución registrada en prácticamente todas las encuestas (la ventaja de López Obrador sobre Margarita Zavala o Ricardo Anaya es mínima o nula) lo que le quite Margarita al frente puede ser decisivo para facilitar o garantizar el triunfo de López Obrador.
No hay que ser mago para entender que si el frente aspiraba a tener entre 30 y 35 por ciento de las preferencias, ahora, esa cantidad de dividirá entre dos candidatos. Considerando la estructura política y los recursos de los tres o cuatro partidos que integrarán el frente y las dificultades y la pobreza de una candidatura independiente, lo más probable es que Margarita se lleve la menor parte y el frente se quede con el grueso de los votos. Incluso no habría que descartar que el PRI —con Meade de candidato que jale los votos de los seguidores de Zavala— desbancara al frente como el contendiente real de AMLO. No digo que ello vaya necesariamente a ocurrir, simplemente se abrieron las posibilidades y ello dependerá de cuántos ciudadanos modifiquen su intención de voto.
Pero no cabe duda de que los perdedores son el PAN y Anaya (que tendrá menor poder de negociación en el reparto de candidaturas con los otros partidos que integran el frente), cuyas probabilidades de triunfo disminuyen, sin lugar a duda. Pero también pierde Margarita, que pudiera terminar con una candidatura meramente testimonial, con un porcentaje mínimo de votos y sin partido donde seguir haciendo carrera política. Y los beneficiados serán sus adversarios, especialmente López Obrador.
Se podrá discutir quién es el causante. Margarita argumenta que su renuncia al PAN y su registro como candidata independiente son producto de la intransigencia y cerrazón de Ricardo Anaya, quien le ha cerrado las puertas a participar en la contienda por la candidatura del PAN o del frente. Y tiene razón. Ricardo Anaya se defiende diciendo que los tiempos están definidos en la ley, lo cual es cierto, pero también lo es que nunca le abrió un espacio a Margarita —quien era un activo muy importante de Acción Nacional con un respaldo electoral nada despreciable— para que participara en la elaboración de una estrategia general del PAN frente a la sucesión presidencial (independiente del método de selección de candidato). Anaya decidió marginarla y apostó a la institucionalidad de Margarita; calculó mal y por tanto también es responsable.
Pero ninguna cerrazón de Anaya obligaba a Zavala a convertirse en candidata independiente; esa decisión es suya y de nadie más, y sabe perfectamente cuáles pueden ser las consecuencias.
Las razones e intenciones que hayan tenido ambos personajes para decidir lo que decidieron y llegar hasta la ruptura saldrán sobrando frente a las consecuencias. Si gana López Obrado o el PRI, ambos decidieron que los dos tenían que ser candidatos, ninguno quiso ceder y ambos compartirán la responsabilidad. Curiosidades de la historia: el PAN impidió que López Obrador llegara a la Presidencia en 2006; ahora el PAN se lo está facilitando. M