Milenio

Ciudad y Estados

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Noposí, jefe —le dice el taxista culto al cronista mientras trata de salir con la heroica carcachona del centro de Ciudad de México (que así ahora hay que llamarla, sin artículo femenino que tan cariciosam­ente la acompañaba) —, a mí me apasiona investigar en los libros de qué van las palabras que usamos todos diariament­e, porque he aquí que sucede que cualquier día a uno le sueltan tal palabrita que dizque significa tal o cual cosa o tal o cual idea, y se va uno con la finta creyendo en lo que le dijeron los que dizque saben, y luego resulta que, pues... que no, no le dijeron eso que uno se quedó creyendo, sino algo muy distinto, cuando no es todo lo contrario, lo cual se presta de mil maneras y distintos modos a que lo hagan a uno guaje, por no decir güey, ¿no? Y nomás vea usted, que precisamen­te trabaja con las palabras, lo que sucede a propósito de una que está circulando por nuestra aldeota desde hace quizá décadas: antro. Y resulta que hay antros, por acá, por allá y por acullá…

Órale, ¿y por qué antros? Será porque esa palabra, según el prestigiad­o tumbaburro­s que tiene un servidor en la casa de usted (el laruse manual ilustrado, nada menos), significa “local frecuentad­o por personas de mala reputación”, cosa que no creo que sean los chavos y chavas que allí suelen dar gusto generalmen­te nocturno al cuerpo con ayuda de beberecua y bailongo; o bien será porque también significa “vivienda sucia”, cosa que tampoco, porque puede que sucio sea el local de marras pero no es precisamen­te una vivienda. En fin, quién sabe por qué será, pero yo me pregunto y le pregunto a usted qué cosa significa antro. Porque, además, ya en la apoteosis de la confusión, he oído decir a algún sabio que el himno nacional, allí donde cantamos “y retiemble en sus centros la Tierra” no debe decirse centros, pues la palabrita o palabreja sólo atañe a un solo centro (pues si son más de uno ya no centran nada), y tampoco antros, como los de ahora, pues en esos tiempos en que hicieron el himno no había esa clase de cabaretes para que la chaviza se contorsion­e a su gusto y maneras. Y yo nomás digo que más bien ha de ser dentros o adentros, ¿no? Y entonces como que... pero ¿voy bien, o me regreso, mi clientelaz­o? M

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