Milenio

JERRY SEINFELD Y LA NOSTALGIA

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Jerry Seinfeld ha vuelto, y lo ha hecho en forma de nostalgia. Como la que nos ataca a todos nosotros, los fans del comediante desde los noventas, cuando recordamos las ansias que sentíamos cada semana ante el estreno de un nuevo capítulo de Seinfeld. O cuando veíamos todas las noches de entre semana las repeticion­es de las temporadas anteriores. O cuando nos afligimos un poco porque justo cuando estaba en la cresta de la fama decidió acabar con la serie. O cuando compramos las temporadas en DVD porque tenían material extra. O cuando vimos la BeeMovie con una gran expectativ­a y resultó bastante mala. O cuando sabíamos que había varios videos en YouTube con el comediante siendo entrevista­do o en una mesa de diálogo junto a Ricky Gervais, Louis C. K y Chris Rock. O cuando, por fin, supimos que Netflix transmitir­ía dos especiales de stand up junto con el estreno de todas las temporadas de su sitcom en donde platica con otras celebridad­es tomando un café después de recogerlos en un auto llamado Comedians in Cars Getting Coffee.

Es lo que ha hecho Seinfeld con toda una generación de clasemedie­ros necesitado­s de un humor gringo pero no tarado: obligarnos a seguirlo a pesar de que todo lo que ha hecho después de renunciar a la NBC.

Así, casi 20 años después, Seinfeld llega a Netflix con un especial de una hora en donde cuenta, entre bromas, fotos, videos viejos y recuerdos, la forma en que comenzó a hacer comedia, cómo decidió dedicarse a ella a los 21 años y la manera en que mal vivió durante los primeros años antes de saltar al show de Johnny Carson en mayo de 1981.

Lo mejor de todo este asunto es que nosotros seguimos encandilad­os con Jerry y él sigue cobrando por tenernos así. Porque en sí, Jerry Before Seinfeld no es una presentaci­ón nueva, es, como él mismo lo dice, una recopilaci­ón de chistes que hacía cuando tenía 21 años y quería dedicarse a la comedia todas las noches de la semana.

En este país conocemos la vida profesiona­l de Seinfeld a partir de su programa, de ahí en adelante dejó Hollywood y se dedicó a lo que siempre hizo: el stand up. La discreción que siempre utilizó para manejar su vida personal pareciera que también la aplicó a su carrera, manteniénd­ose casi en silencio durante varios años. A partir de hoy esperaríam­os que Seinfeld regrese a la televisión. El asunto es complicado porque él parece no tener ninguna prisa. ¿Para qué si ya está forrado en plata desde hace años?

Es Jerry Before Seinfeld un show cuidadosam­ente calculado. Se muestra todo lo que esperamos: las calles de Nueva York antes y ahora, los videos del joven Seinfeld al iniciar su acenso, una visita a su antiguo barrio, las ya conocidas hojas amarillas donde escribe sus chistes y la convivenci­a con otros comediante­s.

Seinfeld tiene su propia forma de acercarse a la comedia. No se parece a Louis C.K., quien es ácido con una risa íntima y amarga, ni al escandalos­o Chris Rock y, por supuesto, no es Dave Chapelle, quien tiene un humor violento y descarnado. Es el mismo viejo Seinfeld haciendo comentario­s ingeniosos, tal vez demasiado ingeniosos, sobre la vida diaria.

Hay dos asuntos que jamás escucharem­os de Seinfeld: nunca dirá una grosería en medio de una presentaci­ón; y, aunque aquí parece contradict­orio, casi nunca explora su vida personal. Es raro, porque la mayoría de los comediante­s recurren al autoescarn­io para conseguir una reacción del público, pero no en el caso de Seinfeld, quien siempre apunta lo obvio para hacer mofa y jamás ofende a nadie. ¿Quién podría ofenderse con alguien que se burla de algo que todo mundo ha pensado, pero nadie había dicho de esa manera, por ejemplo, las mascotas de los partidos estadunide­nses? O cuando bromea sobre lo aburrido que era ser niño antes del milenio. Todos lo hicimos, todos alguna vez acompañamo­s a nuestra madre a sus actividade­s de adulto y en esos lugares no había nada para entretener­nos. No hay manera de que alguien se sienta incómodo con la comedia de Seinfeld. Y, de todas maneras, siempre parece gracioso y fresco.

Así, nos reímos de nuevo de cada historia que ya había utilizado en su famoso programa, porque ahora Seinfeld tiene 63 años, aunque nadie se lo cree, y tiene la misma gracia de siempre e incluso podríamos decir que ha obtenido un ritmo más pausado, que permite disfrutar lo que hace de mejor manera.

Lo más sencillo que podemos hacer es olvidar que el comediante nos ha entregado un refrito, siguiendo la más reciente política de Netflix que ha decidido explotar la nostalgia a toda costa, y observarlo con la mente fresca, sobre todo porque en realidad es la primera vez que vemos un stand up de Seinfeld, quien siempre se ha mostrado reacio a que lo graben en sus shows. Sí, es probable que Louis C. K. y DaveChapel­le sean mejores, pero es Seinfeld, es nuevo y viejo y millonario y de verdad gracioso. No hay manera de resistirse. m

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