Milenio

El Maluma de la política

- JAIRO CALIXTO ALBARRÁN

Hay mucha polémica por las acciones de las autoridade­s neoleonesa­s, que ante la situación en el penal de Cadereyta, donde se desató una batalla campal entre reos, decidieron usar la “fuerza letal” para calmar el problema. Sobre todo porque se da el debate de si, ante presos de alta peligrosid­ad, clasificad­os como secuestrad­ores, narcos y demás lindas personitas, no importa que se recurra al mosquetón como medio para controlar una gresca, debido fundamenta­lmente a su falta de popularida­d entre la sociedad en su conjunto. Es decir, que de manera velada está en boga el viejo lema de un ser superior, moral y éticamente, como Arturito Montiel, que predicaba con una frase digna de ser colocada a la entrada de la ONU: “Los derechos humanos son de los humanos, no de las ratas”.

Ya lo mejor del protocolo que debe de haber sido instituido por El Bronco, que, como bien se sabe, es un poco ordinario y sin cepillar, fue cuando después de la trifulca apareció una señora fodonga a leer en voz alta los nombres de los reos fallecidos como si estuviera gritando los cartones de la lotería. Quizá por eso dieron por muerto a uno que no lo estaba. Chingón.

Ahí nada más faltó que a los familiares de los caídos los agarrara a cachetadas el actorcete Eduardo Yáñez, cuya inteligenc­ia emocional está al nivel de Esteban Arce.

Y si ya están en ese nivel donde lo que importa es la aplicación de la ley en una onda muy broncuda, no estaría mal que a nuestros distinguid­os ex góbers preciosos javiduvesc­os los encierren en el penal de Cadereyta para que se la pasen cotorreand­o de manera muy civilizada.

Imaginemos cómo recibirían a don Eugenio Hernández entrando al tambo con su porte de motociclis­ta quesadille­ro de verdad. Estoy seguro de que la distinguid­a concurrenc­ia querría saber cómo se hizo de 16 mil hectáreas de tierras tamaulipec­as a precios de superganga.

A lo mejor por eso los abogados del doñito Hernández, que según dicen sus fanáticas es el Maluma de la política, alegan que las fiscalías y las institucio­nes que lo acusan inventaron testigos y que todo es un compló. De ser así, el orejas de Dumbo debería de recurrir a los argumentos de Margarita y sus Rebeldes del Rock panista: que no dependen del dedazo del presidente.

Digo, ya déjenlo en paz, ni que siendo secretario de Calderón hubiera votado por Peña como el dotor Meade; o como Cordero, que con otros senadores ya se va a fayuquear a Rusia a costillas del erario.

A ver si no se llevan cuatro beibis. M

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