Los independientes I: aquel carnaval en California
Hace ya muchos años, en julio de 2003 para ser exactos, los habitantes de California usaron por primera vez una facultad incorporada a su constitución estatal en 1911 y decidieron “reconsiderar” el mandato de su entonces gobernador, Gray Davis. Éste había sido reelecto apenas unos meses antes con 54 por ciento de los votos pero, pese a ello, millón y medio de personas se pronunciaron en un referendo para que se “reconsiderara” la continuación de Davis en el gobierno. Una nueva elección en octubre habría de determinar a su sustituto.
La inesperada posibilidad de contender para el cargo más importante en el estado generó un arrebato ciudadano de participación electoral. Podría inscribirse en la contienda cualquier ciudadano mayor de 18 años que en un periodo de dos semanas consiguiera 65 firmas de votantes registrados (sí, sesenta y cinco) y pagara 3 mil 500 dólares. Si conseguía cuando menos 10 mil firmas, podría exentar el pago.
Al término del periodo de inscripciones había un total de 135 candidatos elegibles para sustituir al gobernador Davis. Entre ellos había algunas personalidades públicas y reconocidas, como quien resultó ganador de la nueva contienda, el hasta entonces actor Arnold Schwarzenegger, la escritora y columnista Arianna Huffington o inclusive Larry Flynt, el magnate del porno y editor de la revista Hustler. Participaba también el vicegobernador del estado, Cruz Bustamante, demócrata al igual que Davis y presidente del Senado estatal.
A la par, entre muchos otros, la boleta también llevaba la candidatura de William Pratt, un estudiante de 18 años que había perdido todas las elecciones en las que se había presentado para ser el representante estudiantil en su preparatoria, y la de Michael Wozniak, ex oficial de policía y cuya experiencia administrativa había sido como tesorero de su club de motociclistas; y la de Georgy Russell, una programadora de 26 años cuyo lema era “belleza, cerebro y liderazgo”. Había también un carnicero y un luchador de sumo, un agente de viajes desempleado en busca de trabajo y algunos actores de reparto en Hollywood e investigadores privados.
Aquel periodo electoral fue un carnaval en pleno (¿qué elección no tiene algo de ello?). Algo así como una borrachera de “democracia”. En el fondo, aquel arrebato ciudadano fue sobre todo una expresión de frustración, de hartazgo, con el sistema político californiano, un sistema anquilosado, enormemente complejo y en el que se requieren dos terceras partes en el Congreso estatal para ponerse de acuerdo sobre cualquier tema que valga la pena.
Por nuestra parte, tenemos ya nuestra propia colección de aspirantes a la silla presidencial. Afortunadamente, necesitan muchas más firmas que aquellos californianos aventureros para llegar a estar en la boleta... M