Lo impune no quita lo caliente
uando el licenciado Peña afirmó que la corrupción propiamente dicha no opera en México con el derroche de excesos que creen aquellos que le rinden culto a La ley de Herodes, no estaba bromeando. Y cuando explicó que si bien el Presidente nunca se levanta por la mañana pensando en cómo joder a México, pero que es posible que una mala decisión suya puede en efecto joder a México, tampoco.
Es por eso que ni tardo ni perezoso el mero, mero de los diputéibols de la patria, el presidente de la Mesa Directiva, el dilecto, eficaz y volovanesco Ramírez Marín hurgó en su costal de mañas el tecnicismo preciso para darle la vuelta a la iniciativa que, tristemente, pretendía despojar al Compayito y tesorero del precioso Javidú, don Tarek Abadalá, de su amado y querido fuero (si no existe la impunidad, ¿para qué diantres querría salvar el fuero?; a lo mejor lo impune no quita lo caliente), de la misma manera en que el jefazo de su vidaza iba mereciendo abundancia.
Mientras en el PAN se generan batallas intestinas y ritos caníbales con sus intrigas palaciegas incluidas, en el PRI son solidarios con los hermanos caídos (para su mala suerte no han podido ayudar al poeta Javidú, que ya fue vinculado por peculado y lavado de dinero a pesar de su paciencia, prudencia y verbal continencia), no crean que por asuntos de esa telaraña de complicidades que ha señalado la maestra Jacqueline Peschard desde el Sistema Nacional Anticorrupción, quién sabe por qué le inquietó el caso Odebrecht que gracias al clásico amparo de último minuto, ya no puede ser investigado por la Secretaría de la Función Pública. O sea. Pobres panistas, el independentismo cayó tan mal entre los hunos y los otros, que dicen que Jelipillo, que ya quiere imponer la segunda parte de su narcoguerra —con el subtítulo de “Esta vez es personal”—, ya está operando la posibilidad de que Margarita, que apenas lleva como tres firmas, aspire a ser la candidata del frente. Las risas se compran por separado.
Creo que es más fácil que el candidato sea el popular Eduardo Yáñez que, después de tomar su medicina, ofreció disculpas al reportero al que le dio de cachetadas por insolente, mientras chillaba como Lozoya pidiendo piedad a la Fepade.
Como sea deberían dejar en paz al probo Tarek, y mejor desaforar al diputéibol panista Jorge García por ir al Congreso de Hidalgo ataviado con la playera del América. Depravado. M