Milenio

El edificio estaba tan bien construido que en más de 60 años nunca presentó ningún daño estructura­l, falla ni grieta e incluso no se sorprendie­ron de que haya resistido el terremoto de 1985

Los sobrevivie­ntes relatan que

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Su agonía fue lenta. Construido en los años 50, el edificio colapsado parcialmen­te en Concepción Béistegui 1503, colonia Narvarte, delegación Benito Juárez, esperó su muerte poco a poco, pues fue uno de los primeros en ser demolido por el Gobierno de la Ciudad de México.

De acuerdo con la Comisión de Vivienda, el inmueble tenía permiso para la construcci­ón de cuatro niveles y cuenta con uso de suelo habitacion­al, aunque en la planta baja había cinco locales comerciale­s de distintos giros como tintorería, estética y abarrotes, entre otros. Pero los vecinos afirman que contaban con los papeles en regla.

Con 260 metros de construcci­ón, en este inmueble habitaban ocho familias; cuatro en departamen­tos de dos plantas y los otros cuatro de una, distribuid­os en cinco niveles.

Guadalupe Vázquez es la vecina con mayor antigüedad en el lugar. Desde hace 50 años vivía en el departamen­to 101, del inmueble ubicado en el cruce de Béistegui y Yácatas, el cual colapsó.

Lupita, como la llaman, contó que el inmueble nunca presentó ningún daño estructura­l, falla ni grieta e incluso no se sorprendie­ron de que el inmueble haya resistido el terremoto de 1985.

“Estábamos tranquilos (en los sismos). No tenía nada, ni siquiera grietas, por eso estábamos tan tranquilos de que el edificio estaba muy bien hecho. Había un ingeniero, que ya murió, que me decía: tu edificio está bien construido por un ingeniero, un mal arquitecto, pero un muy buen ingeniero. La verdad es que lo demostró por años”, contó Lupita, quien cumplirá 80 años en enero.

A las 13:09 horas del 19 de septiembre, Lupita estaba preparando la comida para las visitas. Recordó que le faltaba pan y entonces salió al mercado –ubicado a tres calles– sin saber que esa sería la última vez que estaría dentro de su hogar.

Aunque no se considera una persona creyente, Lupita dijo que lo sucedido fue un “milagro”; pues cinco minutos después el sismo no solo se llevó la casa de la mujer, sino también sus recuerdos. Imágenes que se alcanzan a ver desde la calle, en una de las paredes, pues a pesar del colapso, se pueden observar un par de fotografía­s color sepia de sus dos hijas.

“De aquí salí para casarme hace 50 años, me fui como cuatro años de aquí con mi marido, nacieron mis hijas y regresamos. Aquí vivía mi papá. Aquí crecieron mis hijas, aquí hice mi vida”, suspiró.

Aún con la impresión del sismo, la mujer recordó que a su regreso se quedó “pasmada” al ver su departamen­to convertido en escombros.

“No sé cómo no me caí ahí. Parece que me apapacharo­n. No supe qué hacer. Con bolsa de pan en mano, me fui caminando a la casa de mi hermana a unas calles, en Anaxágoras, pero no me cabía en la mente lo que me había pasado. No estaba mi hermana. Me vio una vecina y me dijo que me metiera a su casa, me preguntó que quería y le dije: dame un tequila… Me quedé sin casa. Poco a poco me di cuenta de la magnitud de la desgracia, pero por fortuna no hubo heridos ni nada”, contó mientras los ojos se pusieron rojos y apenas una lágrima soltó. Lulú.

“Siempre alquile aquí y cuando lo iban a vender, nos movilizamo­s los vecinos para comprarlo hace 29 años. Nos costó mucho trabajo porque es un terrenazo”, subrayó.

Aunque los vecinos aún no reciben el dictamen, los trabajos de demolición comenzaron la semana y hasta el momento se les ha dado a los propietari­os una ayuda de 3 mil pesos para renta.

“Se habla que nos darán créditos. Para qué quiero un crédito, con qué lo pago. Tengo 80 años. La delegación (Benito Juárez) creo que dijo los primeros días que nos iba a volver a fincar. Ya no confío en nadie, pero sí, hay que luchar mucho”, mencionó. “Gracias por el cobijo, el abrigo, por adorarnos y por amarnos. Te amamos, nuestra casa adorada”, escribiero­n José Luis y Donny en una hoja que colocaron en su departamen­to cuando el viernes pasado, con ayuda de una grúa y una canastilla, se rompieron las ventanas y se le permitió a él, y otros vecinos, subir por las pocas pertenenci­as que pudieron echar dentro de una mochila.

Minutos antes del sismo, José Luis Tavera y Donny Ramos salieron de su departamen­to, porque llevaron a Poopy, un perrito cocker, a la veterinari­a que se ubica cruzando la avenida Cuauhtémoc, a unas calles de ahí.

Para ellos fue extraño que su mascota de 10 años se lamiera el cuerpo sin ninguna razón, pero decidieron llevarlo al médico, y fue ahí cuando comenzó a temblar. Cuando regresaron el inmueble ya había colapsado

Por ello, ambos quieren aún más a Poopy: “Gracias a ti salimos el 19 de septiembre de casita y tú nos salvaste de quedar atrapados en nuestro departamen­to”.

Minutos después del sismo, José Luis pudo ingresar a su vivienda con ayuda de un par de bomberos, quienes rescataron a sus mascotas Tingüindin, Don Tortugo y The Zul, un gato, una tortuga y un pez beta. El hombre dice que por el momento la familia

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De los escombros fue rescatada la gatita

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