Milenio

EL VERDUGO DE LOS CLÁSICOS

El capitán del América mantiene el pulso goleador; es el atacante más efectivo de las Águilas y en esta temporada le convirtió a los tres acérrimos rivales del conjunto de Coapa

- Higinio Robles León/ Ciudad de México

Los clásicos son partidos que reclaman la aparición de los jugadores de carácter, es la hora para que aflore su capacidad. La afición espera que sus héroes muestren liderazgo, que carguen con su bandera y la ondeen triunfante. En el Clásico Nacional América lo pasaba mal, fue cuando la grada volteaba a la cancha en espera de ese guerrero que cambiara el panorama.

Nadie mejor que Oribe Peralta para levantar el escudo americanis­ta, ya lo había hecho en los clásicos ante Cruz Azul y Pumas, por lo que había un dejo de fe en que podría volver a hacerlo. Así fue y se ratificó como pesadilla de rojiblanco­s, celestes y auriazules.

El miércoles, el capitán de las Águilas asumió su rol, comandó la rebelión y empezó a cargar con el equipo, el primer tiempo fue de batallas perdidas, porque no tuvo las balas suficiente­s para causar peligro al Rebaño Sagrado; sin embargo, la historia cambió en el complement­o.

Se le esperaba porque Oribe es el mejor delantero del club actualment­e, le avalan sus seis goles, pero ya lleva tiempo siendo el atacante nacional que en la Liga Mx se rebela a la conquista de la legión extranjera en la tabla de goleo, su nombre es sinónimo de en el campo, encontró la manera de hacer daño, fue una acción en la que resaltó su olfato, y ocurrió justo cuando su equipo precisaba de un chispazo.

Oribe bajó un despeje de Marchesín, pelota larga, Peralta -que ya jugaba como 9 nominal- salió del área y ganó el balón en la disputa con dos jugadores tapatíos, se volteó y descargó en corto con Darwin Quintero, mientras éste se acompañaba con Mateus Uribe, el Cepillo se fue hacia el área, le ganó la posición a los centrales. Uribe pateó de media distancia, Oribe nunca dejó de seguir la bola, fue tras ella cuando vio que Rodolfo Cota la escupió, Hedgardo Marín y Oswaldo Alanís (los centrales del Rebaño) solo vieron como el ‘24’ de América empujaba el balón con la pierna izquierda.

El gol del Cepillo inyectó de valor a América, que encontró el segundo un par de minutos después y el capitán lo celebró con el resto del grupo al que pidió no aflojar. Se fue de cambio al minuto 86 acalambrad­o, porque dejó el espíritu en cada segundo que estuvo en el campo. Y al final del juego se abrazó con sus compañeros por la victoria lograda.

CRUZ AZUL Y PUMAS TAMBIÉN LO SUFREN

Lo que hizo Oribe ante Chivas lo había logrado unos días antes, apenas el sábado cuando América visitó el estadio Azul, un gol suyo aplacó a un cuadro celeste que arrancó bravo. La diferencia fue que el gol llegó en el primer tiempo.

Peralta culminó una buena jugada en la que Silvio Romero le dejó solo en el área, el Cepillo es un tipo frío en el área, así que dominó el escenario y no le ganó la ansiedad, controló con la pierna derecha y definió con la zurda, un toque sutil, nada de potencia, ya había engañado a Jesús Corona que se recostó hacia el otro lado.

Justo en el festejo dio una muestra de que es un tipo de grupo, porque pidió a la afición el reconocimi­ento para Silvio Romero, le señaló y le concedió mérito por el pase que le dio para dejarlo de frente al arco. Se fue del campo al minuto 72. Cuando Cruz Azul descontó en el marcador, transmitió calma y confianza desde la banca. Al final felicitó a sus compañeros.

Yendo un poco más lejos, allá por la Jornada 3, el sábado 5 de agosto, cuando América recibió a Pumas en el estadio Azteca, Oribe también marcó el camino para la victoria de las Águilas.

Era el minuto 20 cuando América montó un contragolp­e vertiginos­o, Darwin llevó la bola por la banda derecha, Peralta se iba moviendo por el centro, levantando la mano y marcando la zona a la que esperaba le enviaran el balón, pendiente de no caer en fuera de lugar.

El servicio de Quintero fue medido, Oribe, sin alguien que le hiciera sombra en el área, bajó la pelota con clase y definió con la parte externa, un toque elegante, pero letal. En esa ocasión también se fue de cambio al minuto 90, pero no dejó de pedir que se mantuviera la intensidad para conservar la ventaja, porque Oribe entiende que se debe pelear y competir hasta el final para lograr los resultados. Es la primera vez que Oribe marca gol en los tres clásicos en un mismo torneo, en total ha conseguido 13 goles en estos compromiso­s, quizá por ello se ha ganado el reconocimi­ento de la afición que ya lo tiene muy cerca del altar de ídolo, una etiqueta que se ganan los jugadores que se levantan como héroes en partidos cruciales como los clásicos, y ahí Oribe Peralta se está convirtien­do en un especialis­ta.

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