Nominación del PRI y TLC
Una de las interrogantes políticas de las próximas semanas es si el destino del Tratado de Libre Comercio tiene algo que ver con la nominación del PRI.
Dicen, y eso solo lo podría confirmar o desmentir el ex presidente Salinas de Gortari, que la aprobación del TLC en la Cámara de Representantes de Estados Unidos fue factor en la nominación de Colosio. Las fechas respaldan esa hipótesis. El TLC se aprobó en la Cámara baja el 17 de noviembre de 1993. La nominación de Colosio fue el 28 de noviembre precedida, entre una y otra fecha, por una felicitación pública del presidente Salinas a los integrantes del gabinete que habían facilitado la aprobación del acuerdo. Puesto de otra forma, si el tratado hubiese sido rechazado en el Congreso estadunidense, el candidato habría sido Manuel Camacho. Para suavizar la causalidad de la hipótesis, uno u otro desenlace habrían contado en la ponderación de ambas precandidaturas. En cualquier caso, el TLC fue una de las variables en la decisión, una variable que implicaba dos cuestiones, inseparables una de otra: la certidumbre de las inversiones en México y un paso fundamental hacia la construcción de una relación de socios, si no es que de aliados, a corto y mediano plazos entre México y Estados Unidos.
En la víspera de la nominación del PRI de su candidato habría que preguntarse si nuevamente el TLC es factor. Sobre el destino de la negociación caben muchos escenarios, pero supongamos el pesimista, compartido por muchos observadores, que es el de la cancelación del TLC. Si para el presidente Peña eso fuese factor, contarían dos elementos: la forma de cancelación y el tiempo. Si Estados Unidos se levanta de la negociación, es más fácil para Peña Nieto explicar desde el punto de vista de opinión pública. No es tan sencillo construir la retórica necesaria de su candidato ni, menos siendo el prospecto del gobierno, esbozar, así sea a grandes rasgos, el plan B y el alcance de la revisión integral de la relación entre ambos países, ya que el gobierno mexicano ha sostenido que la actualización del tratado supone la revisión integral de la relación. Otro elemento es cuándo. La quinta ronda de negociaciones será en noviembre, por cierto, en México, antes de que el PRI anuncie su decisión. Si ahí terminan las negociaciones, el Presidente tendrá que considerar esa situación en la decisión que adopte, porque, insistamos, implica una revisión integral de la relación, en todos los temas de la administración pública, no solo comercial. Ante afectaciones inevitables derivadas del hecho, las opciones del Presidente son las de inclinarse por un candidato que pudiera manejar la turbulencia económica o, por otro, que no es el mismo, que pudiera gestionar el reacomodo político consecuencia de esa turbulencia.
El valor del tratado reside en el conjunto de las certezas económicas que genera. El gobierno de Peña se encuentra ante la incertidumbre en la búsqueda de la certeza. La resultante de las negociaciones en curso, si concluyen antes de la nominación, no derivan en el mismo nombre. Otros escenarios posibles serán considerados conforme el tiempo avance, tiempo que ya no hay. M