Crearon grupos para vigilar sus viviendas dañadas de la rapiña, pero la medida es insuficiente, ya que “te llega el cansancio y te quedas dormido, cuando despiertas ya se llevaron hasta la puerta de un edificio”
En Iztapalapa, los vecinos VIVIENDAS
Aun mes del gran sismo del 19 de septiembre, cientos de capitalinos siguen viviendo bajo lonas y carpas, de manera improvisada. Un censo elaborado por el Gobierno de la Ciudad de México arrojó al menos 12 puntos en varias delegaciones, la mayoría instalados junto a edificios colapsados o en riesgo.
Tras un recorrido por varios de ellos, MILENIO constató que no han dejado de recibir ayuda, tanto del gobierno como de la sociedad civil: agua, víveres y medicamentos. Sin embargo, en muchos casos, la inseguridad o la indiferencia de las autoridades delegacionales han agravado la situación para los damnificados.
Aunque existe un estimado de personas por campamento, su población es flotante, ya que los vecinos suelen organizarse en guardias rotativas. El campamento más habitado se encuentra en el Multifamiliar Tlalpan, donde un edificio de departamentos se vino abajo.
Ahí, los vecinos se han resignado, pues los estudios técnicos de sus inmuebles se prolongarán por dos meses más.
“Digamos que de aquí a las primeras semanas de diciembre no vamos a poder regresar a nuestros hogares”, confirmó Marisol Arriaga, coordinadora del campamento, quien fue elegida por sus vecinos.
Como ella, otros inquilinos representan a cada uno de sus edificios y se agrupan en una coordinación central. Esta estructura les ha permitido controlar y distribuir la ayuda que reciben, además de canalizar el apoyo de voluntarios, desde quienes ofrecen terapias alternativas hasta quienes brindan espectáculos culturales o de entretenimiento, especialmente para los más pequeños.
“El ánimo no está al 100. Nuestro objetivo claro es regresar a los edificios y ahí está la fuerza, pero en término individuales, personales, laborales y de salud, muchos estamos mal”, confesó la vecina. Entre tanto, las calles aledañas al Multifamiliar siguen tomadas con lonas y algunas carpas que sirven como bodegas, cocinas y lugares de descanso.
Pero no todos los campamentos
La ayuda del gobierno y de las organizaciones civiles sigue llegando a los cientos de afectados
son tan grandes. Es el caso del ubicado en Calzada del Hueso 713, Rinconada Coapa, donde un puñado de vecinos sigue a la espera del dictamen oficial sobre su edificio. En ese punto, suelen permanecer quienes han sido elegidos para las guardias, pues muchos de los inquilinos son adultos mayores.
Patricia Rosales, una de las afectadas, relató: “Ha sido muy difícil, porque más de la mitad de los inquilinos, en el edificio de 40 departamentos, eran jubilados y obviamente, por la edad, no están en condiciones físicas para estar en un campamento donde llueve y hay muchas carencias”. En las calles de Iztapalapa, donde también se instalaron campamentos, se sufre. Ese es el verbo que utilizan las decenas de familias que intentan hacer una vida bajo carpas, casas de campaña o incluso en sus vehículos.
Ha pasado un mes y no tienen una respuesta definitiva de lo que sucederá con sus departamentos. Aunque hacen guardias para trabajar o descansar, el agotamiento los está venciendo. Pero no se van porque en cualquier momento pueden ser víctimas de la rapiña, de abusadores que ya se robaron una camioneta, autopartes y hasta el portón de un inmueble colapsado.
Por eso, la función principal de este campamento es la seguridad: “La rapiña es algo tremendo, porque llegan de todos lados. Estando aquí, te llega el cansancio y te quedas dormido, pero cuando despiertas ya no tienes los tapones, el espejo o la antena. No vayamos tan lejos, al tercer día del sismo se robaron la puerta de un edificio que se cayó”, denunció Cinthya Casso, habitante de un edificio en riesgo en la colonia Lomas Estrella.
Ella y sus vecinos están de acuerdo: “No nos queda más que salvaguardar nosotros mismos nuestras cosas”.
En todos los campamentos se sufre, pero en condiciones diferentes. En otro punto, en la calle de Azores 609, en la Portales, los vecinos tampoco han podido entrar a su edificio. Su única preocupación es evitar que se colapse para sacar sus pertenencias y que no haya daños en las casas contiguas.
Como su condición económica es mejor, se pusieron de acuerdo para pagar 15 mil pesos mensuales a una empresa que apuntaló el edificio, aunque los expertos les han dicho que no sirve de mucho.
“Lo hicimos porque la delegación no nos ayudó. Esto se está rentando, pero los ingenieros nos dijeron que el apuntalamiento no sirve para nada, que es como si tuviera palillos. Nosotros creemos que de algo ha de servir, por lo menos seguir conservando nuestras cosas”, señaló Clara Torres, una de las afectadas.
Muy cerca de ahí, en el campamento de Zapata, casi esquina con División del Norte, el reclamo de los vecinos es que la delegación Benito Juárez, que encabeza el panista Christian Von Roerich, no los ha atendido.
“El delegado no se ha presentado por aquí. Lo conocí en foto hace poco, porque alguien en Facebook lo estaba denunciando por algo, pero aquí no lo conocemos”, lamentó Julieta Fresán.
Mientras tanto, en éste y otros campamentos de damnficados pasan los días y crece la frustración ante la falta de respuestas. Particularmente, a la pregunta más importante: si pronto regresarán a la normalidad en un hogar donde se sientan seguros… m