El gambox del voto legislativo
El voto de un representante legislativo, es la expresión más nítida de su quehacer político. Quien no teme dar cara para mostrar su postura en la toma de decisiones, lo hace transparentando su voto. La práctica de ocultar una postura es recurrente para quienes no asumen que son representantes de los ciudadanos y tienen la responsabilidad de rendir cuentas sobre las razones y las consecuencias de su voto para nuestras instituciones.
El voto oculto podría considerarse el voto de la vergüenza. Es un tipo de votación a través del llenado de una papeleta o cédula, que cada legisladora o legislador depositan dentro de una urna. La papeleta sirve de antifaz.
Los ciudadanos merecemos conocer el sentido del voto de cada uno de los legisladores sobre el intento de remover a Santiago Nieto Castillo como titular de la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (Fepade). El argumento que da el coordinador del PRI en el Senado, Emilio Gamboa, para esconder el voto, es que se busca proteger la integridad de los legisladores ante la posibilidad de que Nieto Castillo pudiera tomar “represalias” contra los senadores o partidos que voten contra su restitución.
La preocupación podría ser legítima. Sin embargo, el perfil de Nieto Castillo parece ser más el de un funcionario ético y valiente que no solo ha sido amedrentado por realizar investigaciones profesionales por delitos electorales, sino que, sin ser notificado ha sido removido de un cargo que le fue otorgado por acuerdo del Poder Legislativo.
El Reglamento para el Gobierno Interior del Congreso General señala que para las votaciones en las que se eligen personas, o cuando el Pleno lo acuerde, se podrá realizar voto oculto. Que el reglamento lo permita, no significa que sea un acto honorable. Uno de los antecedentes de estas votaciones es la elección de líderes sindicales de octubre de 2012. ¿Amerita alguna designación el uso de la secrecía como sistema de “protección”? Cuando votar se vuelve una razón para no dar la cara, es porque las causales de esa decisión no convencen ni a quien las oculta.
Si el tema de la remoción se resuelve a partir del argumento de que Elías Beltrán, encargado de la PGR, no cumple con los requisitos constitucionales del artículo 102, el tema del voto oculto podría obviarse. Sin embargo, la oposición ha encontrado en la transparencia del voto legislativo una razón para por fin hacer un contrapeso efectivo. Sería congruente que propongan un cambio al reglamento para eliminar definitivamente el voto de gambox. M