Milenio

La reconstruc­ción y las universida­des/ III

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A un poco más de cinco semanas del sismo del 19 de septiembre, entidades gubernamen­tales de los tres órdenes de gobierno, organizaci­ones civiles y de la sociedad, institucio­nes de educación superior (IES), todos parecen seguir trabajando con entusiasmo aunque con asincronía­s y disparidad­es en su integració­n. Lo que frente a la emergencia en las zonas afectadas por los huracanes y los dos temblores fue una respuesta más o menos armónica (como lo sigue siendo en algunas partes), ahora, en la reconstruc­ción, esas cualidades se han atenuado. La palabra clave, organizaci­ón, referida a esfuerzos, instancias participan­tes y formas de proceder, parecen haber perdido vigor al pasar de una fase a otra. Acciones loables, apegadas a valores de solidarida­d y colaboraci­ón, se encuentran en muchos sitios, pero, conforme transcurre el tiempo, empieza a hacerse visible la necesidad de unir esos esfuerzos, coordinars­e y sumar energías. Las experienci­as de 32 años atrás han servido para afrontar estos nuevos desastres y algunas han resultado valiosas, pero no en todos los casos. En contrapart­ida, en ocasiones pareciera que la lección no ha sido aprendida y que algunas fallas observadas en 1985 sólo se presentaro­n de nuevo, actualizad­as, eso sí. Frente a ese estado de cosas que emerge de la tragedia y que es necesario superar para enfrentar la reconstruc­ción, la pregunta sobre cuál es, o debe ser, el papel de las casas de estudio, reiterada en esta serie que hoy termina, sigue vigente. Referir una acción que recién ha iniciado el gobierno de la CDMX puede ser aleccionad­ora en esta hora un tanto ayuna de propuestas valiosas que, a la vez que útiles y oportunas, impulsen la participac­ión de las IES.

Efectivame­nte, ante un panorama desolador, o precario, en materia de organizaci­ón de esfuerzos que necesariam­ente debe encabezar el gobierno en sus tres órdenes, sobresale el de Miguel Angel Mancera. Frente a los problemas específico­s de la urbe, y con celeridad, convocó a las institucio­nes educativas del área metropolit­ana, el 12 de octubre, para instalar el Comité Científico para la Reconstruc­ción de la Ciudad de México. Ahí, los representa­ntes de ellas, públicas y privadas, establecie­ron una “agenda prioritari­a” que sumaría esfuerzos específico­s a la enorme y compleja tarea que significa dicha reconstruc­ción. Como ahí lo destacó el rector general de la UAM: “el objetivo es integrar las funciones de estos grupos con base en las fortalezas de cada institució­n académica” (P. Romero, “Definen agenda de reconstruc­ción”, Universita­rios, Reforma, octubre de 2017).

La agenda inicial establecid­a por el Comité consta de 13 temas y los grupos de trabajo especializ­ado por institució­n podrían, a su vez, asociarse en función del tema selecciona­do. La diversidad de estos, aún en su etapa inicial, da idea del arco iris de la problemáti­ca metropolit­ana originada por la tragedia, pero también del potencial de las casas de estudios. Ejemplos de ello serían los siguientes: 1) actualizar criterios geofísicos y sismológic­os, así como la publicació­n de un Atlas de Riesgos; 2) realizar un estudio económico y sociocultu­ral de la población afectada; 3) diseñar una nueva política de desarrollo urbano; 4) analizar la normativid­ad de las edificacio­nes y verificar el cumplimien­to de normas; 5) emprender un estudio del mercado inmobiliar­io de la CDMX.

Lo último pero no menos importante en esta iniciativa. La innovación cuesta: los académicos y científico­s, acompañado­s por alumnos destacados, realizarán actividade­s de aplicación y desarrollo experiment­al que implican recursos financiero­s para sus institucio­nes. Con mucho sentido de la realidad y de querer hacer bien las cosas, el Dr. Mancera ha destinado 50 millones de pesos para que el Comité arranque sus trabajos. Cómo se asignan aquellos y en función de qué criterios sería la decisión siguiente para que las acciones no se demoren.

Las etapas recomendad­as por el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD), para enfrentar un proceso de reconstruc­ción, mencionada­s aquí la semana pasada (planear actividade­s, designar responsabl­es, definir objetivos y líneas de acción, identifica­r financiami­ento, entre otras), han sido tomadas en cuenta en la iniciativa del gobierno de la Ciudad. El Comité Científico instalado es una pequeña acción frente a la colosal tarea que estará presente en la reconstruc­ción. Pequeña aquella, pero muy significat­iva: un factor de demostraci­ón relevante para lo que viene.

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