Colapsos
Una segunda acepción del término colapso es “ruina de una institución”. Aquí se remarca el hecho de que una organización humana es susceptible de un final seguramente indeseado.
Este concepto no se agota en las ruinas de objetos, sino de ideas o planes. Es decir, que es previsible o anticipable el final de los planes de una manera cierta de convivir y existir. La ruina social mayor en México es la de su sistema sociopolítico, o sea, de las formas de mantener poder.
Lo cual viene mucho al caso por el finiquito de las llamadas partidocracias. En todas partes, en México, el colapso partidario es fin de régimen.
Las disputas en el Partido Acción Nacional, el egreso independentista de Margarita Zavala y los reacomodos en el Partido Revolucionario Institucional son las expresiones agitadas en el fin del sexenio de Enrique Peña Nieto.
Las broncas descomunales en España por la pretendida segregación de Cataluña son el hecho patente y grave donde pelean, unos, por mantener la institución federal y, otros, un buen número de catalanes, que repudian su dependencia del gobierno de Mariano Rajoy.
Una respuesta usual consiste en el empeño de los beneficiarios mayores de un partido y un gobierno para que no se altere a fondo el aparato sociopolítico en el que negocian.
En México, una expresión de aparato que termina lo evidencian los Cendi o Centros de Desarrollo Infantil, según denuncia de Mexicanos Primero.
La ideología de que el dinero y los capitales son todo poderosos o preferibles, llevan al afán permanente, no solamente de lucros, sino de saqueos.
Se pregunta por qué se han dado millones de pesos a organizaciones de distintos cortes y de muy ubicuas regiones. Hasta la fecha son pocas las organizaciones que se han lanzado abierta y duramente a objetar a sus adversarios, quienes también quieren, sobre todo, los poderes de los dineros y de las transas.
Las acusaciones son muchas. El PT en Nuevo León marchará repudiando lo que dicen es una embestida del gobierno federal por la supuesta recepción de recursos indebidos. Se inculpa de ello a la esposa del dirigente Alberto Anaya.
Las instituciones, todas, son colapsables. Tal las Iglesias o la exposición de 13 firmas inmobiliarias analizadas por la Profeco y otros colegios humanos institucionalizados.
El caso del Partido Revolucionario Institucional o la institución de otros partidos son por supuesto realidades colapsables. Así que doquiera se advierte el tambaleo y caída de las instituciones… hasta nuevas pretensiones. ¡De institución en institución y de colapso en colapso! M