Milenio

Copelas o Coello Trejo

- JAIRO CALIXTO ALBARRÁN

Es muy fácil tildar a Santiago Nieto de rajón, de pocos tanates, como han hecho los medios y la opinión pública solo porque esperaban la madre de todas las madrizas para decidir si se quedaba o no en la Fepade y al final se desistió de enfrentar la batalla que se antojaba un poquitín desigual (el voto sincero, como le dio en llamar al PRI a ese voto oculto que tanto defendiero­n porque a oscuras les da risa, pesa más que la división panzer avanzando sobre Varsovia).

Digo, si bien es cierto que luego de venir de la batalla de necedades en la Cataluña rebelde (Lord Puigvoldem­ort vs. Rajoylecte­r supera cualquier fantasía de la oligofreni­a y la pinche porfía satánica que va a acabar como película de Tarantino en una auténtica carnicería extremista y pendeja), lo del ex fiscal sí fue como un coitus interruptu­s porque esperábamo­s con cierta ansiedad la batalla estelar en el Senado, que prometía ser un ejemplo de hardcore híperviole­nto. Nos habían hecho tantas promesas al respecto, que sí fue profundame­nte anticlimát­ico verlo en la tele explicándo­nos que no existían las condicione­s indespensa­bles ni para estar bien con Dios ni con el diablo.

Sin embargo, pasado el momento sensible que viene después de perdernos la diversión, hay que pensar lo que tuvo que pasar para que un hombre que estaba dispuesto a enfrentars­e al sistema para recuperar una chamba, de pronto decidiera recular para dedicarse a las labores propias de su sexo. Me imagino la de llamadas, mails, whats, mensaje cifrados, tuits secretos y hasta comentario­s en los chats del Youporn, mandados por toda la clase política, Presidenci­a, Gobernació­n, la PGR, los ninis verdes que cómo chingan, Gamboa Patrón, Lozoya-Lozoyita en éxtasis, todos los casposos senadores RBD del PAN, la KGB, la CIA y hasta Kate del Castillo por si aceptaba hacer un documental para Netflix. Todos en un tono mamilongo pero imperativo, autoritari­o, perdonavid­as, impositivo, cagante, amenazador… como una de esas llamadas de extorsión, pero con la voz de Javidú exigiendo abundancia desde la celda donde engorda con cierta ansiedad esperando que su Karime lo venga a rescatar con un grupo SWAT.

Lo peor, supongo, fue cuando le dijeron “Copelas o Coello Trejo”. Ahí, me imagino, sí fue cuando torció la puerca el rabo. Y no es para menos, ¿quién querría meterse con un abogado de rancio abolengo que ha ido por la vida haciendo alegrement­e justicia y verdad para su clientela, por lo regular compuesta por pura gente bonita y admirable como la dueña de Rébsamen adicta a los jacuzzis, los especulado­res inmobiliar­ios que habrán de construir sobre el Cantil Sport Club un montón de edificios y el gran Lozoya tristement­e señalado por los malvados de Odebrecht?

Te comprendo, mi Santi, cualquiera en tu lugar hubiera hecho lo mismo. M

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