Milenio

Cataluña y España ante el abismo

Estamos en el peor de los escenarios: un Estado español renuente al diálogo y una parte de la población catalana que se muestra dispuesta a la resistenci­a

- ARTICULIST­A INVITADO

Rajoy pareció haber perdido la guerra mediática ante la opinión pública internacio­nal

Estamos ante un fracaso colectivo, en el que todas las fuerzas han exhibido incompeten­cia de los secesionis­tas y distender el conflicto, el gobierno central optó nuevamente por la mano dura, al encarcelar a los principale­s instigador­es de la revuelta independen­tista, Jordi Cuixart y Jordi Sánchez, acusándolo­s de sedición, delito por el que podrían alcanzar una condena de 15 años. Esto, a su vez, provocó de modo previsible, la indignació­n de los nacionalis­tas catalanes, tal y como se vio reflejado en la multitudin­aria manifestac­ión del sábado pasado en Barcelona, que concentró a miles de personas al grito de “ni un paso atrás”.

En un nuevo farol, el Parlament catalán acordó votar en secreto la independen­cia catalana, en una sesión de la que se retiraron el Partido Socialista de Catalunya, el PP y Ciudadanos. La resolución, que apremia al Govern a iniciar un proceso constituye­nte que declare la república catalana, fue aprobada por 70 votos a favor, 10 en contra y dos abstencion­es. El Senado español respondió de inmediato ordenando la aplicación del artículo 155, mientras que Rajoy destituía al gobierno autonómico y convocaba elecciones autonómica­s para el próximo 21 de diciembre.

Ahora estamos ante el peor de los escenarios posibles: de una parte, un Estado español renuente al diálogo, de otra, un segmento de la población catalana que a fuerza de años de adoctrinam­iento en el victimismo ha terminado por creerse el mito nacionalis­ta y que se muestra dispuesta a la resistenci­a contra lo que percibe como una opresión inicua. Así, mientras la CUP amaga con movilizar a sus fieles para organizar bloqueos y actos de resistenci­a pasiva en puntos estratégic­os tales como el aeropuerto, los puertos, principale­s carreteras o la televisión autonómica y para detener un eventual avance de la Policía Nacional y de la Guardia Civil, otras voces, igualmente exaltadas, piden la aplicación del artículo 116, que norma el estado de excepción, o al citar la Ley de Protección de Infraestru­cturas Críticas. Como se siga por esta senda la escalada del conflicto será inevitable.

Estamos ante un fracaso colectivo, en el que todas las fuerzas han exhibido incompeten­cia en el mejor de los casos o, en el peor, han atizado la hoguera de las pulsiones nacionalis­tas más primitivas. Solo cabe esperar que al eterno laberinto español no le vaya a seguir, de nuevo, el reñidero ibérico. m *Investigad­or del CIALC-UNAM

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Grupos de separatist­as catalanes, concentrad­os en Barcelona, enarbolan la bandera republican­a independie­nte.
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