Juncker busca apurar el pacto UE-Mercosur
Bruselas prevé que se pueda anular aranceles anuales por 4 mil mde sobre las exportaciones del bloque europeo
Jean-Claude Juncker prometió que la Unión Europea “hará todo lo posible” para cerrar este año lo que describe como el mayor acuerdo comercial de Bruselas, un convenio con el bloque del Mercado Común del Sur (Mercosur) cuyo valor, según el presidente de la Comisión Europea, vale cuatro veces más que el que tiene el bloque con Japón.
Pero a medida que los funcionarios de ambas partes se apresuran para cumplir con el plazo, las ambiciones de Juncker se topan con dificultades debido a las objeciones que tienen los agricultores, que defienden Francia y otros gobiernos de la UE.
Juncker y otros defensores europeos del acuerdo con Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay dicen que van a demostrar que Europa no solo está “abierta para hacer negocios”, sino también para ser el ancla de un orden de comercio internacional que quedó golpeado por la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos.
Para Bruselas, los beneficios potenciales son claros: un nuevo gran mercado para los vehículos europeos y los productos industriales, acceso a contratos públicos de compra y una mejor protección de los derechos de propiedad intelectual.
La Unión Europea estima que el acuerdo puede eliminar aranceles anuales por un valor de 4 mil millones de euros sobre las exportaciones de la Unión Europea, entre ellos 500 millones de euros solo de las ventas externas de Francia.
Las afirmaciones de Juncker sobre el tamaño del acuerdo se refieren a la escala de esas posibles reducciones de aranceles más que al impacto económico general de abrir los mercados, que probablemente sea menor al del acuerdo que realizó este año con Japón.
Sin embargo, la comisión dice que las exportaciones de bienes europeos podrán duplicarse gracias al acuerdo con el Mercosur, mientras que las exportaciones de servicios subir dos tercios.
Ese tipo de consideraciones y la elección de Mauricio Macri, el presidente argentino más a favor del comercio en los últimos años, le dio un sentido de urgencia a un acuerdo que está en discusión desde 1999. “Es un momento muy importante”, dijo un funcionario de comercio del Mercosur antes de las rondas de negociaciones de la próxima semana. Las pláticas necesitan “ganar tracción” en noviembre sobre el acceso al mercado en sectores sensibles si el acuerdo se alcanza en diciembre, advirtió. “El momento es ahora”, dijo a Financial Times Cecilia Malmström, comisionada de Comercio de la Unión Europea, al hablar de una “ventana de oportunidad” política poco común. Agregó: “Hablamos de un enorme mercado que tradicionalmente está cerrado... hay mucho que ganar” con el acuerdo.
Sin embargo, lo que preocupa a algunos agricultores europeos es que la ganancia puede llegar a expensas de ellos, al tener en cuenta la capacidad de exportación de las industrias agrícolas de Brasil y Argentina, por mucho las dos economías más grandes del Mercosur.
De manera más general, Macron —uno de los pocos políticos europeos de centro que recientemente logró tener un éxito convincente en las urnas— instó a la Unión Europea a no actuar con “precipitación” indebida sobre la agenda comercial que no disfruta de un gran apoyo público. París expresó sus preocupaciones de que el acuerdo pueda minar las normas sociales, de salud y ambientales, así como afectar a la industria francesa de carne de res.
Irlanda expresó temores similares para su sector de carne de bovino, mientras que varios países del centro y el este de Europa también externaron su preocupación por el impacto que pueda tener un acuerdo sobre la producción de etanol a partir de sus cultivos. Polonia, Eslovaquia, República Checa, Austria, Hungría, Rumania y Bulgaria producen etanol en varios grados.
La Unión Europea ofreció al Mercosur una cuota que Bruselas estima equivalente a cerca de 8 por ciento del mercado del bloque, aunque el grupo de cabildeo del etanol dice que representa más. De cualquier forma, la oferta es demasiado generosa, según algunos estados miembros; 11 países, entre ellos Francia, Polonia e Irlanda, instaron a la Unión Europea a establecer límites firmes sobre cuánto abre los mercados para los “productos agrícolas más sensibles” en futuros acuerdos comerciales.
Emmanuel Desplechin, secretario general de la Asociación Europea de Etanol Renovable, se queja de que su industria está atrapada en un movimiento de tenaza entre las regulaciones de la Unión Europea, que podrían reducir el tamaño de sus mercados y una sucesión de acuerdos comerciales que llevó al aumento de la competencia extranjera. “Somos la moneda de cambio, está claro”, dijo con pesar.
Las negociaciones del Mercosur tienen varios aliados entre los Estados de la Unión Europea, pues Alemania, Italia, España, Países Bajos, Portugal, República Checa, Suecia y Dinamarca respaldan la ambición de Bruselas para llegar a un acuerdo a finales de año. En una cumbre del bloque en octubre, Mark Rutte, primer ministro holandés, retó a Macron para que reconsidere.
Pero al tener en cuenta las sensibilidades tanto de la carne de res como del etanol, las próximas semanas serán una prueba política sobre qué tan dispuesta está la Unión Europea para asegurar un acuerdo.
En cuanto a la carne de res, tanto el lado de la Unión Europea como el sudamericano todavía tienen mucho trabajo que hacer.
Los países del Mercosur dejaron en claro que la Unión Europea necesitará aumentar significativamente su oferta de cuota de 70 mil toneladas al año si quiere asegurar un acuerdo. La oferta representa menos de 1 por ciento del consumo anual del bloque y fue “más baja de lo que esperábamos... incluso como una oferta inicial”, dijeron los funcionarios del Mercosur, y señalaron que representa menos que una hamburguesa por consumidor europeo al año. “Tiene que aumentar”.