¡Olé, olé olé!,Cholo Simeone
Terminar los ciclos en los banquillos de Madrid sería un error similar al final de la etapa de Pep Guardiola en el Barcelona
Los equipos madrileños atraviesan una crisis de resultados que vale la pena analizar después del éxito deportivo que habían tenido previo a esta temporada. Real Madrid y Atlético nos acostumbraron a disputar las semifinales y final de la Liga de Campeones en el último lustro y ahora resulta que el Atlético no puede pasar del empate ante un equipo de nombre impronunciable que juega en la Liga de Azerbaiyán, antiguo patrocinador de los rojiblancos bajo el lema de “Tierra de Fuego”. Mientras que el Real Madrid regresa de Londres con tres goles del Tottenham y un Zidane que declaró no preocuparle la derrota.
Estoy de acuerdo con Zizou, debido a que lo que está pasando este otoño en el futbol madrileño es inexplicable.
Nuevo estadio, campeonitis, ciclos que se terminan, ¿de todo un poco?
Se dice que no se debe tocar lo que funciona. El Real Madrid tocó poco y el Atlético no pudo tocar nada por la sanción de la FIFA.
Sin embargo, su poca y nula participación en el mercado de fichajes para mejorar sus planteles no deben ser la razón para estar a ocho puntos del Barça recién iniciada la temporada.
Quitando el fichaje de un lesionado Ousmane Dembélé, la única diferencia importante respecto al año pasado es Ernesto Valverde.
El Barça está siendo la razón para el optimismo catalán ante la difícil situación en la región y la aplicación del artículo 155 por parte del Gobierno Español para remover al presidente de Cataluña y todo su gabinete, incluido el jefe de los Mossos: la policía catalana.
Este equipo blaugrana me recuerda al que ganó la Liga de Campeones en Berlín, el cual con un Messi excepcional le permitió a Josep Maria Bartomeu convertirse en el presidente elegido por los socios.
Este mismo Messi en estado de gracia ha quitado de la mesa el tema de la destitución de Bartomeu, a través de la moción de censura que promovían algunos contrincantes en verano.
En Madrid sería inconcebible ver cambios en los banquillos del Bernabéu y del Metropolitano.
Soy un defensor de la continuidad y como tal no entendería quién mejor que Zidane y el Cholo pudieran dirigir en Madrid.
Ellos representan para merengues y rojiblancos la versión madrileña de aquella perfecta combinación que el Barça logró con Guardiola en la dirección técnica.
Así como Messi cambió la victimista historia blaugrana que comenzó Alfredo DiStéfano, el Cholo hizo que el famoso Pupas (ya mérito) se convirtiera en campeón de Liga y protagonista de Finales europeas.
Tal como lo hizo Matías Almeyda en Chivas en el futbol mexicano, el Cholo Simeone le imprimió a los rojiblancos esa entrega del 5 argentino. Ese mediocampista de corte defensivo como Javier Mascherano y un más técnico Fernando Redondo.
Futbolistas qué tal como el 4 blaugrana, marcan el ritmo del partido. Pero a diferencia de Pep Guardiola, Xavi y Sergio Busquets, este 5 argentino lo hace desde la recuperación de la pelota y la entrega total en beneficio del equipo.
Hablar de cambio de ciclo por los seis años del Cholo en el banquillo del Atlético me parece que es no valorar lo que el técnico argentino ha hecho por la historia rojiblanca.
De igual manera cuando el Real Madrid perdía identidad bajo el mando de un técnico trotaligas como Rafa Benítez, llegó Zinedine Zidane a recuperar el buen futbol y aquellas épicas remontadas merengues.
Es de buena cuna ser agradecido y Florentino Pérez mantiene una deuda con Zidane desde cuando le convenció de convertirse en el segundo galáctico del equipo interestelar que armó con los fichajes del francés, de Figo, de Ronaldo y de Beckham.
Si paga esa deuda con apoyo cuando la pelota no entre en el arco rival, Zidane debería convertirse en el Sir Alex Ferguson merengue.
Diego Simeone también debería convertirse en el Ferguson atlético y que el ¡Olé, olé, olé, Cholo Simeone! pueda asemejar la fría atmósfera actual del estadio Metropolitano a aquella que los rivales temían en el Vicente Calderón. Un proyecto Ferguson que Sandro Rosell pretendía tener con Josep Guardiola al frente del Barça, pero que no pudo darse por diversas razones.
Entre otras, la molestia del técnico catalán por el retiro de la nueva directiva del nombramiento al vapor como Presidente de Honor que Joan Laporta otorgó en sus últimas horas como mandamás al mentor de Pep: Johan Cruyff.