Milenio

AMLO: ideas consolidad­as

- JUAN GABRIEL VALENCIA

Dice una especie de rapero campechano en un video de López Obrador que el candidato de Morena “trae ideas consolidad­as”. Tiene razón si nos atenemos a la literalida­d de la frase. Por los siglos que duró, por ejemplo, que el mundo era plano, fue una idea bien consolidad­a.

Ahora AMLO habla de la descentral­ización. Sin entrar al debate bizantino, por extemporán­eo, del error del Constituye­nte de 1824 de hacer de México una República federal, la realidad es que casi después de dos siglos es el peor de los mundos posibles: un federalism­o que ni siquiera es capaz de afrontar el problema de la seguridad pública y un centralism­o que no se atreve a confesar el serlo y a partir de ello actuar en consecuenc­ia.

El candidato de Morena propone descentral­izar al gobierno federal de Ciudad de México. Para él, eso es descentral­izar la riqueza. Sería inútil argumentar frente a una “idea consolidad­a” el valor de los activos acumulados en la capital del país por el gobierno federal. No solo en edificacio­nes, infraestru­ctura y telecomuni­caciones, sino capital humano. Estos son valores contabiliz­ables y constituye­n externalid­ades positivas que es ocioso discutir con el pueblo bueno. Ciudad de México se ha tercerizad­o y centraliza­do por vocación, por inercia, por historia y por error. Todo junto. Eso es un dato a partir del cual se construyen decisiones para hacer de la capital eficaz y eficiente, no para revertir tendencias reales y potenciale­s de economías a escala.

Uno de los problemas, no menor, de la ambigüedad del modelo de desarrollo de Ciudad de México es el haber sido gobernada a lo largo de su historia por una mayoría de provincian­os. Al frente de la ciudad, capitalino­s ha habido muy pocos. López Obrador aduce que los sismos del 7 y del 19 de septiembre demostraro­n la fragilidad de la capital. Al contrario, Ciudad de México demostró su fortaleza. En esos sismos hubo más muertos en Oaxaca y en Chiapas, con una concentrac­ión poblaciona­l cientos de veces menor que la capital. Si esa debilidad fuera estructura­l, gente como la de BBVA Bancomer tendría que estar demente al hacer una torre como la de Reforma y Lieja, por citar solo un caso. El argumento de fondo, indecible por AMLO, es su desprecio a la creación de riqueza, capacidad deteriorad­a en los últimos 20 años gracias a la falta de inversión y a los programas asistencia­listas de eso que se autonombra izquierda.

El petróleo inglés se produce en el mar del Norte, pero los contratos se firman en Londres. En esa analogía, Ciudad del Carmen sería como Aberdeen región cuatro. Uno quisiera ver en qué parte de Ciudad Obregón caben las más de 20 instalacio­nes masivas de la Secretaría de Agricultur­a, sin otras considerac­iones sobre infraestru­ctura y servicios y los costos que eso conlleva.

En la pretensión de fragmentar geográfica­mente al gobierno federal, se refleja la esencia del pensamient­o lopezobrad­orista: no importa qué se proponga, lo que cuenta es que lo que unifica a su electorado es ser refractari­o a cualquier argumento e idea. Llamémosle a las cosas por su nombre: el adversario electoral no es AMLO, sino la gente dispuesta a respaldarl­o. M

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