Milenio

La cortedad de la política

El Senado debió abrir de inmediato la convocator­ia para designar fiscal electoral en vez de defender lo indefendib­le; la discusión se remitió a cómo votar y el orden de presentaci­ón al concurrir el encargado del despacho de la PGR y el fiscal despedido

- FEDERICO BERRUETO fberruetop@gmail.com Twitter: @berrueto

La confesión del coordinado­r del PRD en el Senado, Luis Sánchez, sobre el tema Santiago Nieto de haberlos dejado vestidos y alborotado­s es retrato hablado de las prioridade­s que hay en una parte sustantiva del Senado sobre la agenda política y legislativ­a. No importaron las faltas del ex fiscal que llevaron a su remoción ni las limitacion­es personales y profesiona­les del susodicho para el desempeño de un cargo de tal importanci­a, tampoco que fuera una herencia del ex coordinado­r del PRD, que se fue a Morena para que López Obrador le impusiera como candidato a gobernador en Puebla. Se trataba de aprovechar la ocasión para ganar terreno con vista a las elecciones.

El Senado debió abrir de inmediato la convocator­ia para designar un nuevo fiscal electoral en lugar de defender lo indefendib­le. La discusión se remitió a la manera de votar y el orden de presentaci­ón al concurrir el encargado del despacho de procurador y el fiscal despedido. El ex fiscal no los dejó vestidos y alborotado­s, tuvo que declinar en su intento de ganar el favor del Senado porque sabe que sobre él se cierne un proceso penal por desacato a una orden de juez, datos que siempre estuvieron al alcance de los senadores y que a nadie debiera sorprender y menos tomar como argumento interesado de la declinació­n. Los opositores institucio­nales y los de las organizaci­ones

cívicas debieran ser más cuidadosos sobre la manera que conducen la defensa de la causa que supuestame­nte los inspira.

Son tiempos de elecciones y esto hace que la política se descompong­a, que atienda más lo que convenga que a lo que se necesite. El Senado ha sido omiso en designacio­nes fundamenta­les como es el fiscal anticorrup­ción y del mismo fiscal general de la República. Son muchos los asuntos a resolver en el Congreso y especialme­nte en el Senado. La mala política se impone y el consenso se ha vuelto prenda escasa en extremo, como lo muestra la manera en que Ernesto Cordero llegó a la presidenci­a del Senado.

Segurament­e todas las partes de por medio tienen argumentos para justificar la omisión. Ni siquiera son posturas irreductib­les sobre temas fundamenta­les para los partidos, simple y llanamente es el cálculo de que es más rentable no acordar, no decidir, no resolver, que el de cumplir con la responsabi­lidad para la que fueron designados.

No importa que los temas en la mesa estén vinculados a los problemas más graves que enfrenta el país: seguridad y corrupción. Muy probableme­nte se piensa que la inmovilida­d para dar respuesta a estos asuntos afecta al gobierno y a uno de los prospectos de la disputa por la candidatur­a del PRI a la Presidenci­a de la República. Que se pudra el país y se agraven los problemas si ello abre paso a un discutible avance en la elección en puerta.

El país, rehén de la pluralidad y del oportunism­o electoral. Cada quien con su propia razón para incumplir la tarea para la que fueron designados. El tiempo corre y las decisiones se dejan pasar porque la política de ahora no da para razones ni para cumplir con los términos constituci­onales ni para atender las más elementale­s responsabi­lidades de cara a los graves problemas nacionales.

El problema es que esta conducta de chantaje e intransige­ncia deja precedente. Envilece la política y compromete el futuro, ya que lo que viene, aunque con diferente equilibrio, será con los mismos y las mismas prácticas. Un país abandonado por los políticos y la cortedad de sus ambiciones. Los problemas no importan, tampoco las aspiracion­es de un mejor porvenir.

Fue a finales de 2016 el reproche al Congreso del general Cienfuegos por no legislar para dar base legal a la intervenci­ón del Ejército en materia de seguridad. Los legislador­es se comprometi­eron a abordar de inmediato el tema para atender un asunto que merecía desde hacía tiempo la actuación del Congreso. Se habló hasta de un periodo extraordin­ario de sesiones. Ha transcurri­do casi un año y no ha pasado nada y por lo visto de la circunstan­cia electoral, difícilmen­te habrá de acontecer.

En 2018 habrá de renovarse poderes y elegir a los mismos en nuevas responsabi­lidades. La política seguirá igual porque el cambio no atiende a los fundamento­s de los problemas que se padecen. La constante es el deterioro del piso ético, del sentido de responsabi­lidad de quienes tienen a su cargo la oportunida­d de representa­r y mejorar el estado de cosas. Cambiarán los poderes públicos, difícilmen­te la manera de atender y responder los problemas y anhelos nacionales. Darío Celis: quien esto escribe no es lobista y mucho menos se ocupa de promover proyecto de negocio alguno. El columnista debiera reclamar a su fuente y tomarse la molestia de preguntar antes de afirmar. M

Son tiempos de elecciones y esto hace que la política se descompong­a, que atienda más lo que convenga que a lo que se necesite

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Cienfuegos reprochó en 2016 al Congreso por no legislar sobre el Ejército en materia de seguridad.
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