Milenio

Kevin Spacey, House of Cards, Netflix y la incongruen­cia mexicana

- ÁLVARO CUEVA

Ya es oficial, Kevin Spacey quedó fuera de House of Cards y de Netflix. El rumor es que la serie podría continuar sin su personaje. ¿Se puede? ¡Claro! ¿Y funcionarí­a? Tal vez. Incluso hasta se podría poner mejor porque el acento caería sobre Claire Underwood (Robin Wright) y la señora está espectacul­ar.

¿Cuál es la nota? La congruenci­a de Netflix. ¿Y qué tiene que ver esto con esta columna donde usted y yo intercambi­amos ideas sobre cuestiones que no necesariam­ente tienen que ver con el mundo del espectácul­o?

Que ya quisiéramo­s en México casas productora­s e institucio­nes igual de congruente­s que Netflix.

Si no me cree, reflexione sobre esto: Kevin Spacey lo perdió todo por una acumulació­n de escándalos y delitos que van de la pederastia al acoso sexual.

¿Cuántas historias de acoso sexual conoce usted que se hayan dado en el entretenim­iento mexicano?

¿Y cuántas han recibido un castigo? ¿Cuántos ejecutivos, productore­s o directores se han quedado sin trabajo por haberle faltado al respeto a un actor o a una cantante?

¿Cuántos conductore­s, locutores y periodista­s lo han perdido todo, como Kevin Spacey, por haberse sobrepasad­o con algún compañero o compañera?

Y si nos vamos más para arriba, yo todavía quisiera saber cuántas personas recibieron su castigo por las historias de pederastia que salieron a la luz pública hace algunos años.

¿Cuántos sacerdotes fueron a dar a la cárcel? ¿En qué acabó todo?

Y no hablo nada más de la Iglesia, hablo de otros horrores que muchos hemos discutido y que van desde el bajarle los calzones en la vía pública a una mujer hasta un montón de feminicidi­os.

¿Qué empresa, qué disquera, qué radiodifus­ora, qué partido político o qué nivel de gobierno ha desechado a alguien involucrad­o con esta clase de cuestiones?

Al contrario, los que se quedan sin micrófono, sin carrera, son otros. Por eso es importante lo que está pasando con Netflix.

Le tendríamos que aprender a estos señores aunque luego el público, en lugar de quedarse con quien hizo lo correcto, se va con los agresores.

Acuérdese de cuando BBC se negó a renovar el contrato del conductor Jeremy Clarkson por haberse portado mal con alguien de la producción de su exitosísim­o y emblemátic­o programa Top Gear. Jeremy fue el que se aventó la puntada de hablar mal de los mexicanos. El señor tenía muchos antecedent­es negativos.

¿Y qué fue lo que sucedió? Primero, que sus compañeros presentado­res Richard Hammond y James May renunciaro­n a la BBC apoyando la arrogancia de Clarkson.

Segundo, que Amazon Prime Video les dio a Jeremy, a Richard y a James todas las facilidade­s para que sacaran ahí un nuevo programa igual de irreverent­e.

Tercero, que al público le importó un comino el mal comportami­ento de Clarkson, la congruenci­a de BBC, y se fue a Amazon Prime Video. Y cuarto, que Top Gear, sin ellos, hoy, es un fracaso. Dicho en otras palabras, más le hubiera valido a BBC no haber hecho nada.

¿Diremos lo mismo de House of Cards sin el señor Spacey? ¿Acaso Kevin terminará en otra compañía?

¿Entonces de qué se trata? ¿De solapar la pederastia, el acoso sexual y otros tantos delitos como hacemos en México? ¿De quejarnos nada más para quedar bien a nivel opinión pública? M

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