Milenio

Diseño en el desierto

ARIZONA CELEBRA EL Y NOS MUESTRA SU LEGADO

- Edwin Heathcote

No podría haber algo más inspirador para un arquitecto en esta tierra”, escribió Frank Lloyd Wright, “que ese lugar de puro desierto de Arizona”. Y así comenzó el romance del autoprocla­mado “el arquitecto más grandioso del mundo” con el Desierto de Sonora, el paisaje duro y soleado en el que construyó su casa de invierno y desde donde inspiró una arquitectu­ra nueva y un espíritu de utopismo. Notablemen­te, todavía impregna algunos puntos dispersos del desierto 150 años después de su nacimiento.

Wright llegó a Scottsdale en 1928 como consultor del Arizona Biltmore Hotel. Este complejo turístico en el desierto, rápidament­e se convirtió en el escondite favorito de la realeza de Hollywood, de los presidente­s y de los políticos. Es un lugar hermoso y sorprenden­te, un capullo de bronce y brillante, y un refugio a la sombra de la dura luz del desierto. Su rico y hermoso interior en Art Deco lo diseñó oficialmen­te Albert Chase McArthur, hermano de los desarrolla­dores del hotel y alumno de Wright, pero en casi todos los detalles permea la obsesiva arquitectu­ra de Wright.

Desde su inauguraci­ón en 1929, el hotel hospedó a todo el mundo, desde Clark Gable (que tenía una habitación favorita cerca de un bar clandestin­o en la época de la prohibició­n) y Marilyn Monroe hasta presidente­s utilizando sus uniformes absurdamen­te verdes. Aunque a Wright nunca se le dio crédito de su diseño, hizo que el arquitecto conociera Arizona, donde, unos años más tarde, establecer­ía Taliesin West, su oficina que se convirtió en escuela que se convirtió en culto, que a su vez, influiría radicalmen­te en la emergente arquitectu­ra moderna del oeste.

Todo comenzó con Taliesin y Wright. El arquitecto dirigió un campamento que se convirtió en escuela en su natal Wisconsin y lo llamó Taliesin en honor al bardo medieval de su hogar ancestral, Gales.

Wright se hizo famoso con sus “casas de la pradera”, una serie de viviendas bajas, ricas e ingeniosas en los alrededore­s de Chicago, a comienzos del siglo XX. En la década de 1930, su estatus como el mejor arquitecto estadounid­ense se desvanecía a medida de que Estados Unidos comenzó a adoptar el rigor del modernismo europeo y el seductor paso y la modernizac­ión del Art Deco.

Con dificultad­es financiera­s y personales, Wright desarrolló un sistema en el que los estudiante­s -o “aprendices”- pagarían para trabajar para él durante su estancia en sus campamento­s Taliesin (durante el verano en Wisconsin, durante el invierno en Arizona), quienes, como parte del entrenamie­nto, también ayudarían a diseñar y a hacer la construcci­ón física. Cualquier abuso que existe en las pasantías actuales palidece en comparació­n con la explotació­n creativa de Wright.

La otra gran atracción arquitectó­nica de la zona de igual forma es de mediados de siglo, pero su espíritu es muy diferente. El arquitecto Paolo Soleri fue un acólito de Wright en Taliesin pero, alejándose de las ortodoxias de Wright, montó Cosanti, su propio puesto de avanzada en el desierto.

Sus inicios extraños, contrapues­tos y muy alternativ­os son inherentes a su nombre, que combina “cosa” en italiano, que significa cosa o “propiedad”, con “anti”. Es un paisaje experiment­al antimateri­alista, y no se parece a ninguna otra cosa. Un extraño y antiguo pueblo de cúpulas ásperas y bóvedas de concreto, este aún es un lugar de producción y un lugar en construcci­ón, pero también es una fundición y una fábrica de cerámica.

La fruta de Cosanti cuelga por todas partes: las extrañas campanas de bronce y cerámica con dibujos abstractos que diseñó y que todavía son su principal fuente de ingresos. Hay delgadas bóvedas de concreto y conchas inscritas con patrones que parecen los restos de alguna civilizaci­ón alienígena. Hay cúpulas extravagan­tes y agujeros como los que hacen los hobbits, los recuerdos más tenues de Gaudí y el expresioni­smo junto con el futurismo de la ciencia ficción.

El futuro real le pertenecía más a Wright que a Soleri. Phoenix y el extrañamen­te atenuado Scottsdale son de primera, pero contienen algunas joyas arquitectó­nicas maravillos­as. La espiral de Wright en la casa de David y Gladys Wright fue el banco de pruebas para el Guggenheim de Nueva York, por ejemplo. Su Auditorio Gammage en la Universida­d Estatal de Arizona es, supuestame­nte, una reinterpre­tación de un plan que no se utilizó para Bagdad, mientras que su Primera Iglesia Cristiana en Phoenix es una especie de religiosid­ad al lado del camino, una misa de mediados de siglo. Su torre puntiaguda se parece un poco a la que no se realizó y que diseñó para Phoenix City Hall (Ayuntamien­to de Phoenix), una versión más pequeña y frugal de la que se erigió recienteme­nte en Scottsdale.

De Taliesin, Wright dijo: “Muchachos, lo que he hecho aquí es un boceto a carbón. Depende de ustedes terminarlo cuando me haya ido”. Al igual que Cosanti y Arcosanti, todavía se ve un poco incompleto, un trabajo en progreso. Como, en cierto modo, lo hacen todas estas ciudades, que todavía pasan por una inexorable expansión en el desierto.

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