Milenio

Monreal y la ambigüedad

- CARLOS PUIG Twitter: @puigcarlos

Un buen amigo, que fuera cercano colaborado­r de Manuel Camacho, me contaba que muchos años después, hablando con el propio Camacho, decían que lo que había terminado con las aspiracion­es, y de alguna manera con la carrera política del ex jefe de Gobierno del Distrito Federal en 1993 y 1994 había sido la ambigüedad.

En noviembre de 1993, cuando Carlos Salinas de Gortari nombró a Luis Donaldo Colosio candidato del PRI a la Presidenci­a, Camacho se rebeló… a medias. No felicitó a Colosio ni celebró su designació­n, renunció a la jefatura de Gobierno, pero aceptó la Secretaría de Relaciones Exteriores. Y en enero, el nombramien­to como comisionad­o para la paz en Chiapas, aunque siguió tibio frente a la candidatur­a de Colosio. Días antes del asesinato del candidato Colosio, por fin se reunió con el sonorense y en la confusión hasta alguien quiso echarle encima el homicidio.

En privado, Camacho decía que Salinas de Gortari le había dicho, antes del destape, que él sería el candidato. Que de ahí venía su enojo. Puede ser, pero su destino lo marcó su ambigüedad. En 93 y 94 ni rompió de verdad con el PRI y el salinismo ni se unió con entusiasmo a la decisión de quien había sido su compañero de ruta política por muchos años. Terminó renunciand­o al PRI en el 95 y, perseguido por el zedillismo, estuvo fuera de la política hasta 2000 con una fallida candidatur­a con un fallido nuevo partido. Sus últimos días los pasó con el PRD desde el Legislativ­o.

Pienso en Monreal. Rebelde frente a la designació­n de Claudia Sheinbaum, pero no lo suficiente para irse de Morena. Sabe que la decisión fue de López Obrador, pero prefiere no pelearse con él. Dice que no tiene plan B, pero no parece haber manera de que haya plan A. Dice que su relación con Morena quedó bajo los escombros, pero López Obrador lo busca, la secretaria general de Morena lo elogia y él se aferra al sismo para no tomar ninguna decisión ni apoyar decididame­nte a Sheinbaum ni pelearse con el partido y su líder, que lo hizo a un lado. Que si el frente lo quiere, pero no lo quiere, o el que quiere con el frente es él…

Nada peor en la política mexicana y su partidocra­cia que la ambigüedad. Lo supo Camacho. Ricardo Monreal está a punto de aprenderlo a la mala. M

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