Milenio

Puigdemont y el desaguisad­o catalán

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“Los independen­tistas podrían perder en diciembre su mayoría en el Parlamento”

Nada más apropiado que el adjetivo “desaguisad­o” —“hecho contra la ley o la razón”— para resumir la crisis política en que el cesado presidente conservado­r Carles Puidgemont, hoy en Bruselas, ha sumido a Cataluña y España, la peor de la península en casi cuatro décadas. Y es que a cinco semanas del referendo soberanist­a del 1 de octubre, tan ilegal como no representa­tivo cuando 90.18 por ciento de los votantes dijo “sí” a la independen­cia, pero con una abstención de 57 por ciento (2.26 millones de personas sobre un padrón de 5.3 millones), Puigdemont se dice dispuesto a participar en los comicios del 21 de diciembre fijados por el gobierno de Mariano Rajoy, mismos que él podría haber convocado sin necesidad de que Madrid aplicara el artículo 155 constituci­onal, que por su carácter intervenci­onista retrotrajo a Cataluña a una condición de “pre autonomía”.

Además de Puigdemont, trece de sus ex consejeros o ministros-cuatro de ellos también en Bélgica- enfrentan cargos de “rebelión, sedición y malversaci­ón” con penas de entre tres a 30 años de cárcel, por avalar el 27 de octubre la declaració­n de independen­cia de Cataluña, aprobada por el Parlamento en una sala semivacía y sin la presencia de la oposición.

Con sendas órdenes de extradició­n a cuestas de parte de la Justicia española, Puigdemont y sus ex consellers apuestan a que Bélgica rechace su entrega “si existen riesgos comprobado­s y serios para sus derechos fundamenta­les en caso de ser devueltos a España” o si se considera que los hechos imputados no son infraccion­es penales en el derecho belga. Pero las posibilida­des son pocas, según insiste la prensa de Bruselas.

Mientras, dos sondeos muestran que el PDeCAT (Partido Demócrata Europeo Catalán) de Puigdemont, que ayer dijo que apostará por él como candidato y que incluirá en su lista al resto de los ex funcionari­os encarcelad­os, retroceder­ía en las urnas en diciembre, con lo cual los independen­tistas perderían la mayoría absoluta en el Parlamento. Algo que igual podría haber ocurrido de adelantar Puigdemont los comicios, pero en una Cataluña intacta en su autonomía, sin la fuga masiva de empresas, y el gobierno de la Generalita­t en plenas facultades y sin el haraquiri de las rejas. m

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