Nosotros los animales
El murciélago dormido a pocos centímetros de mi cara parecía una enorme araña enjuta, o quizá un ratón de cabeza… era algo inclasificable para mí. Sorprendida pregunté: ¿qué es eso? Pero eso que yo sentí, se llama miedo.
El temor a las arañas, murciélagos, serpientes y demás animales muchas veces inofensivos, se fundamenta en el desconocimiento radical de esos seres completamente diferentes a nosotros.
El “otro”, puede ser diferente por su religión, su tribu, su sexo o su especie: segregación religiosa, racismo, sexismo y especismo designan actitudes de rechazo a esos “otros” diferentes. Pero el otro radical, el que es diferente de manera esencial, es “el animal”, aunque en ello olvidamos que los seres humanos somos parte del reino Animalia.
Si el miedo a los animales se debe a nuestra ignorancia, conocerlos podría conducirnos al respeto y la compasión por ellos. Y eso ha sucedido gracias al creciente uso de internet, que da a conocer todo tipo de animales y su trato con el ser humano.
El uso de internet ha catapultado una cierta conciencia ecológica que ha hecho crecer los movimientos en pro de los animales y de los ecosistemas. Esto se debe a que brindan a los sentidos algo más que mera información que siempre ha estado a la mano en las bibliotecas. A través de videos, al espectador llega la imagen, el sonido y la forma viva: eso se acerca más a la educación de la sensibilidad que la naturaleza provee.
El murciélago huérfano en brazos de una mujer que lo alimenta con una diminuta mamila; el pescado que regresa una y otra vez para ser acariciado por un hombre familiarizado con él; el enorme toro de lidia que después de jugar, duerme junto a su dueño; el pato o la gallina que corren hacia los brazos de su dueño y lo abrazan o ¿lo alazan?
Lo increíble no mueve mentes: despierta conciencias y provoca el amor que nace del conocimiento del otro. No se puede amar lo que se desconoce: conocer nuestro mundo puede conducirnos a amarlo y quizá entonces, a salvarlo.
Los animalistas lo saben: quien ama a los animales, cuida los ecosistemas que los cobijan, de los que depende la recuperación del planeta y, con él, de la vida de todos nosotros: los animales. m