Milenio

Los cité para contarles mi verdad, fui olvidado en esta prisión y no tengo abogados”

No me han dado sentencia y hace más de un año que no sé qué sigue en esta historia”

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maniobras y acciones de tortura física, pero aclara que el indiciado “se negó” a que se le realizará la evaluación psicológic­a obligatori­a para comprobar ese abuso, tal y como lo establece el Protocolo de Estambul.

Si él hubiera aceptado que se le realizará la prueba, y ésta hubiera comprobado la tortura, y no hubiera más evidencias contra él, estaría fuera de la cárcel. Pero Felipe Rodríguez se negó, la razón, dice, fue el miedo. “Tenía desconfian­za a todo lo que me han hecho, pues me han inventado muchas cosas y para no firmar papeles me negué”.

MILENIO tuvo acceso a la parte del Protocolo de Estambul que sí fue aplicado por la PGR. Está fechado el 16 de enero de 2015. Ahí se indica que Felipe tenía marcas por golpes en cabeza, rodillas, dedos y testículos. “Eso, derivado de forcejeos, o posibles actos de tortura”. No obstante, el método carece del análisis psicológic­o, algo que lo reduce a un simple peritaje.

De acuerdo con la ONU, si el protocolo dio positivo en uno de los análisis parciales, en este caso el médico, se debe notificar al Ministerio Público para que se compruebe, a través de una investigac­ión, si hubo o no tortura.

Un minuto antes de terminar la llamada el prisionero 3725 negó ser un criminal, un despiadado sicario al que le pidieron ejecutar a los 43 normalista­s, y que luego ordenó que los asesinaran. También negó que haya ido a tirar las cenizas de los estudiante­s al río Cocula.

El problema para él es que en un video de enero de 2015 en la PGR contó todo lo contrario, cómo mataron y quemaron a los estudiante­s, y luego sus cenizas fueron lanzadas al río, y en ningún momento aparece intimidado o presionado para narrar lo que confesó. m

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