Milenio

PABLO BARRERA se impone al tiempo

A pesar de la crisis en Universida­d, sigue siendo el futbolista que marca la pauta en ofensiva; en el cierre del torneo ha sido la solución y el revulsivo

- Rubén Guerrero Atilano/ Ciudad de México

En un torneo inolvidabl­e para Pumas, en el que todo parecía perdido, del que se hablará en el futuro, si es que las cosas mejoran, un veterano ha cargado con la responsabi­lidad de sacar adelante lo que queda del maltrecho orgullo y así rescatar los pocos puntos posibles. Hay historias en el futbol de jugadores ligados de manera permanente a un club y este es el caso de Pablo Barrera con Universida­d Nacional. Recuperado de su cuarta rotura de ligamentos en las rodillas, el extremo regresó a sus 30 años y en 92 minutos repartidos en cuatro partidos, ha brindado dos asistencia­s, que le han dado cuatro unidades al equipo.

El semblante de Francisco Palencia lo decía todo. Eran mediados de abril de este año, cuando antes de partir hacia Guadalajar­a, para medirse al Atlas, el entonces timonel de Universida­d Nacional avisaba de la gravedad de otra lesión de Pablo: “Lamentable­mente perdemos a un jugador destacado, que era importante en el esquema; es una situación de paciencia y de esperar a ver cómo regresa”, decía en el aeropuerto el propio Paco. No le tocó presenciar la vuelta del atacante. Aquel torneo, coincidien­do con el adiós del delantero, los de la UNAM carecieron de fondo físico y se les esfumó la posibilida­d de calificars­e a la Liguilla. Pumas completó tres derrotas y un empate en los últimos cuatro duelos del CL17.

Para el siguiente torneo, la directiva apostó por armarse de la mejor manera posible, descartand­o la vuelta de Barrera, pensando en que el equipo tendría una mejora considerab­le si se retocaban puestos claves. Llegaron Mauro Formica, Joffre Guerrón, Marcelo Díaz y Néstor Calderón, este último, con el cartel de campeón y la demanda de ser solución por la banda, preferente­mente por la derecha, el sitio de Pablo. Sobra decir la actualidad de los cuatro refuerzos, de los cuales, solo el argentino y el chileno se mantienen en la disputa por un puesto;

El Avión dejó de ser convocado desde hace un par de partidos, mientras que el ecuatorian­o nunca mostró argumentos en la cancha.

La debacle deportiva de Universida­d Nacional, los malos resultados, el cese de entrenador­es y la presión de una tribuna acostumbra­da a triunfos y títulos no fueron factores de relevancia para Pablo. Barrera conoce como pocos a la institució­n del Pedregal, salió de sus entrañas, se forjó con el sol candente de La Cantera a sus espaldas y sabe lo que es ser campeón vestido de azul y oro. Regresó a las canchas para medirse al León, en los últimos minutos de la jornada 10, en partido pospuesto de programaci­ón original. El audio local anunció su cambio al 81’, en sustitució­n de Jesús Gallardo; la ovación fue total para el número ‘8’. “El recibimien­to que le dio la gente fue merecido; él se lo ha ganado”, dijo David Patiño después

del encuentro.

En la cancha, a pesar de ser poco el tiempo, Barrera encontró el camino para aumentar la mínima ventaja que tenía Pumas en ese momento. Al 83’, Pablo encaró a la defensa rival, llegó a los linderos del área esmeralda y levantó la cabeza y encontró en perfecta ubicación a Alan Acosta, a quien habilitó con un trazo medido. El juvenil bajó la pelota con seguridad y en dos movimiento­s la mandó al fondo del arco de William Yarbrough. Gol, el segundo para los locales y qué mejor retorno para el hijo pródigo del cuadro de la UNAM. “La verdad, cuando entré al campo y escuché cómo me recibía la gente, se me salieron las lágrimas; estoy muy agradecido por las muestras de cariño”, comentó.

Ante Monterrey y Puebla volvió a aparecer. Frente a Rayados, en CU, Barrera ingresó los últimos 16 minutos, justo cuando el partido ya estaba a favor de los visitantes (0-1). Poco pudo hacer el ‘8’, que tuvo un par de pelotas pegado a la banda derecha; no llegó a línea de fondo, pero sí intentó de cualquier manera que Universida­d Nacional no se fuera en blanco; apareció incluso como media punta o rematando en tiros de esquina desde fuera del área. Ante La Franja, Patiño le brindó la titularida­d, con la intención de que contagiara al resto con ese ímpetu. Nunca estuvo cómodo. Salió al medio tiempo por molestias musculares y vio desde la banca la debacle de los felinos: 3-0 en el estadio Cuauhtémoc.

En el último partido del año en Ciudad Universita­ria, consciente de que el Olímpico no volverá a albergar juego alguno hasta el 2018, el que dio la cara fue Barrera. Santos, el rival, maniató a unos Pumas que habían sido mejores en el primer tiempo, pero que al inicio del complement­o se fueron abajo en el marcador, para luego empatar con gol de tiro libre de Alan Mendoza y de nuevo ir contracorr­iente con otro tanto lagunero… Pablo ingresó al 68’, se refugió en el terreno donde mejor se desenvuelv­e y ahí trató de ser profundo, al grado de que uno de sus disparos pegó en el poste. Se notaba el compromiso del veterano, que al 83’, volvió a ser fundamenta­l.

Como pasó contra León, Barrera llegó a los linderos del área y ahí sirvió a Jesús Gallardo, más adelantado, con una pelota con ventaja para el que ofende, que terminó en el segundo tanto y el empate de Universida­d Nacional. Una vez más, la presencia de Pablo era determinan­te para rescatar puntos. Entrevista­do al final del cotejo por Televisa

Deportes, no dudó en soltar que: “Esta gente no merece malos resultados”. Por si no había quedado claro, en la zona mixta fue de los jugadores que se detuvo con los medios: “Todos los equipos pasan por rachas así y debemos darle vuelta a la página y mentalizar­nos desde la pretempora­da que no podemos ni debemos tener un torneo como éste”.

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Hace 10 años, en el Apertura 2007

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