Señor Presidente: diga no a la liturgia
Vivo en un país que vive en los 70. Bien lo decía ayer Jesús Silva-Herzog Márquez en la discusión a Botepronto (https://goo.gl/exgvCd).
Aquí estamos, en algún momento de los 70, tal vez 80, jugando a adivinar qué va a decidir el Presidente mientras cena. ¿En qué piensa? ¿Cuál es su ánimo? ¿Cómo le habrá caído el pescado o el corte de carne? ¿Querrá más a Meade que a Nuño, más a Osorio que a Narro? ¿Qué quiere decir esa palabra específica en éste discurso? ¿Ya vieron cómo miró a ese? ¿Ya vieron cómo no miró al otro? ¿Por qué Meade se está luciendo tanto en público? ¿Tendrá permiso? ¿Es para proteger a otro? Seguro será este otro. Pfff, qué flojera. A cada tapado —sí, el término ha sobrevivido, para nuestra condena colectiva— se le pregunta: ¿Usted quiere ser candidato? Y él, ceremonioso, como en los 70, responde algo así como que él está dispuesto a servir a la nación donde su partido y la nación lo llamen o alguna cosa así. En verdad está esperando una llamada, solo una, y no es de la nación.
Y entonces las columnas anónimas, y las no tanto, de todos los diarios se llenan de especulaciones y filtraciones que si el Presidente invitó a tal cosa, que si el otro dijo tal cosa que podría, después de mucha elaboración, ser un mensaje clarísimo que él es el bueno; o qué tal este otro que hace mucho no sale, a lo mejor es él. Sí, claro, “nos está engañando con la verdad”; frase, por demás para mí inentendible, se lee y se escucha hoy en demasiadas partes.
Por cierto, el ganador de esta liturgia nos va a querer vender en campaña modernidad y progreso. ¿Cómo? ¿Después de prestarse a la liturgia? ¿En serio?
Cómo explicar esta cosa tan, no sé, de otro tiempo, no sé, tan rara, de un grupo de hombres persiguiendo la voluntad de otro hombre que los pueda hacer candidatos, tal vez presidentes. Todos esperando el ucase (gran palabra, diría Gil) que a alguno hará celebrar y a otros llorar.
En noviembre de 1999, el PRI, decían las notas periodísticas, había enterrado el dedazo. Sí, eso decían. Y de alguna manera eso pasó. Pues no. No pasó. Acá andamos, en los 70 de vuelta. La liturgia, le llaman. Qué cosa tan rara, tan vieja. Vivo en este país. Así. Dicen que es 2017. Mienten. M