Milenio

ENRIQUE GUZMÁN, ¿PADRE O PADRINO DEL ROCK NACIONAL? El cantante está cumpliendo 60 años de carrera y permanece en su sitio de leyenda viva del rocanrol que se hace en México

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957. En algún lugar del aún Distrito Federal, cuatro adolescent­es asiduos al Deportivo Chapultepe­c —adonde suelen ir a patinar— y fanáticos de esa nueva música que los medios llaman rocanrol, deciden formar un grupo. Se trata de los hermanos Armando y Jesús Martínez, Sergio Martell y Enrique Guzmán. Este último tiene apenas 14 años de edad y hace dos que llegó a la ciudad, provenient­e de Caracas, Venezuela, donde nació y vivió hasta entonces al lado de sus padres, ambos mexicanos. Los jóvenes se reúnen en la casa de Enrique, ya que es el único que tiene una guitarra eléctrica. Sin embargo, éste queda como bajista del grupo, con Jesús Martínez como guitarrist­a, Sergio Martell como pianista y Armando Martínez como baterista y cantante. Empiezan tocando canciones de Elvis Presley y Little Richard (o “El pequeño Ricardito”, como se le llamaba en México). En alguna entrevista, Guzmán cuenta: “Lo que pasa es que queríamos ligar. Porque antes íbamos a las fiestas y las muchachas no nos hacían caso. Entonces discurrimo­s formar un conjunto de rock para tocar en esas fiestas... y empezamos a ligar”.

Dado que fueron gustando, cada vez los buscaban para tocar en más fiestas, hasta que alguien de la disquera Columbia los escuchó y los invitó a grabar. Para entonces, Armando ya no era el vocalista, debido a que en cierta ocasión se quedó ronco y de emergencia Enrique lo tuvo que sustituir. A partir de ese momento, se quedó como la voz del cuarteto, al que habían bautizado como Los Teen Tops.

En 1960 grabaron su primer disco, con éxitos del rock n’ roll estadunide­nse a los que adaptaron muy curiosas e inventivas letras en español, en su mayor parte escritas por Enrique Guzmán, cuya versión de “Good Golly Miss Molly” de Little Richard nada tiene que ver con la original.

Si algún día tengo la oportunida­d de entrevista­r a Guzmán, lo primero que le preguntaré es de dónde le vino la feliz y delirante idea de ponerle “La plaga” a la canción de Ricardito y de dónde surgieron líneas como “Ahí viene la Plaga, le gusta bailar y cuando está rocanrolea­ndo es la reina del lugar” o “Mis jefes me dijeron: ‘ya no bailes rocanrol; si te vemos con la Plaga, tu domingo se acabó”.

Porque uno de los grandes méritos de aquellas letras era su adaptación al español que se hablaba en México, con numerosos modismos y hasta citas a lugares de nuestro país (“Nací en Guadalajar­a, donde yo encontré una preciosa chica que me enamoré”, canta Enrique en “Ven, Johnny ven”, su versión de “Johnny B. Good” de Chuck Berry).

Los Teen Tops permanecie­ron juntos hasta 1964, cuando Enrique Guzmán decidió separarse de ellos en definitiva y convertirs­e en baladista (tendencia que siguieron otros, como César Costa o Manolo Muñoz, quienes también provenían de conjuntos de rocanrol). Pero ahí quedaron, como clásicos del primer rock hecho en México, temas como “Presumida”, “Quiero ser libre”, “El rock de la cárcel”, “Confidente de secundaria”, “Popotitos” y muchas más.

Como solista, Enrique logró una gran aceptación. Ya desde 1960 había grabado su primer disco sin el grupo y con acompañami­entos orquestale­s. Su éxito inicial fue “Cien kilos de barro” y de ahí vinieron en cascada muchos otros: “Tu cabeza en mi hombro”, “Lo sé”, “Mi corazón canta”, “Gotas de lluvia”, “Payasito” y hasta la hipersurre­alista “Mangos” (“Mangos, papayas, melones y bayas, mi amor, te daré, si me das el sí... / Y si me quieres tú a mí, como te quiero yo a ti, ¿por qué no habíamos de tener todos los mangos y papayas y cajetas de Celaya?”). Digna de “Call Any Vegetable” de Frank Zappa.

Lo que vino después fue una muy larga carrera que incluyó su actuación en gran cantidad de películas “juveniles” del cine mexicano, sus noviazgos con estrellas como Angélica María y Rocío Dúrcal o su matrimonio con la actriz Silvia Pinal, con quien se reveló como un muy buen comediante, con personajes como Bartolo Taras, el cual se volvió tan popular que la gente en la calle, en lugar de decirle Enrique, lo llamaba Bartolo. Tuvo que matar al personaje.

2017. 30 de octubre. Auditorio Nacional de la Ciudad de México. Enrique Guzmán celebra sus 60 años como cantante con lleno total, acompañado por una gran orquesta y con una voz que no deja de sorprender por su claridad y su potencia a los 74 años de edad. Simpático y dicharache­ro, interpreta la mayor parte de su repertorio como solista y algunas canciones de los Teen Tops. Incluso “La Plaga”, al lado de su hija Alejandra. Un concierto estupendo y lleno de emotividad, con un público conformado por adultos de la segunda y la tercera edad. Cero millennial­s.

¿Es Enrique Guzmán padre o padrino del rock hecho en México? Dejémoslo en pionero. Un pionero entrañable. m

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