Milenio

Una segunda opinión

- JAIRO CALIXTO ALBARRÁN

unca es tarde para una segunda opinión. Esto lo sabe bien el Nuño Artillero, que se enfrenta a los reclamos de los padres de familia que no quieren que sus hijos corran peligro en instalacio­nes dudosas pues hay muchos edificios que, a pesar de tener la debida firma del famoso DRO (esos directores responsabl­es de obra que son como cadeneros), a simple vista parecen que los diseñó la señora del Rébsamen. Si por sí todavía no se repone de lo de la Niña Frida como para que todavía le caiga lluvia sobre su milpita.

Esto me recuerda que no estaría mal pedirle al dotor Mancera que mande al encargado de la reconstruc­ción de CdMx, Ricardo Becerra, a dar esta segunda checadita pero bien chachalaco de mezcal. Sobre todo porque le da por martirizar a los damnificad­os. Esa clase de personas son las que hacen falta en Ciudad de México, tanto como a Coahuila le hacen falta los Moreira. De pronto una señora acongojada declaró que “Rubén tenía cara de maldito”, y pensé que se trataba de alguien que cree la versión de que Los Zetas maiceaban a los Moreira, además de Fidel Herrera y Javidú para documentar su abundancia (digo, que esa banda haya reinado en Coahuila y Veracruz es solo coincidenc­ia), ya luego se supo que se trataba de la abuelita de Rubén Ramírez, compatriot­a que mientras recibía la inyección letal gritaba como Terminator “I’ll be back!”.

Una frase que ya quisiera decir Margarita Zavala pues El Bronco ya la rebasó por la ultraderec­ha.

Hay que pedir una segunda opinión. M

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