Milenio

Pesquero, de escasos recursos y tras la devastació­n que dejó el sismo de septiembre, fue el primero al que llegaron los apoyos del gobierno federal

Al ser un pueblo

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En Santa María Xadani fueron muy pocas las casas que lograron mantenerse de pie tras el sismo del 7 de septiembre. Aquí, las viviendas se construyer­on desde hace casi 100 años solo con ladrillos y techos de tejas, sin pensar en cimientos o columnas que dieran soporte. La debilidad de las construcci­ones fue el principal factor para que en segundos el terremoto de hace dos meses las desplomara.

Al ser un pueblo pesquero, de escasos recursos y tras la devastació­n que dejó el sismo, fue el primero al que llegaron los apoyos del gobierno federal. El 3 de octubre les entregaron las tarjetas.

Prácticame­nte todas las casas colapsadas están en reconstruc­ción. La mayoría, como la de Francisco, han aprovechad­o para intentar reforzarla­s, aunque al generarles más costo, tendrán que hacerlas más pequeñas, hasta la mitad de lo que eran originalme­nte.

“Va a cambiar mucho porque son casas antiguas que no llevaban castillos, son puros ladrillos y pues ahorita ya reforzamos la casa, ya no lleva ladrillo, los cimientos son más fuertes y los tramos de cada castillo ya son más cortos, los reducimos para que vaya más seguro, más fuerte la casa”.

A Francisco aún se le quiebra la voz cuando recuerda el terremoto. Estaba trabajando y sus padres de 80 años, solos en casa. Con dificultad­es para caminar y ni pensar en que lograran reaccionar de inmediato y correr para ponerse a salvo. Por fortuna, lo lograron.

“Yo en lo primero que pensé es en mis papás, porque yo sé que la casa ya está vieja y sí, cuando llegué acá la mitad de la casa ya estaba tirada, pero cuando llamé a mi papá ya lo vi que venía caminando, vieron cómo la mitad de la casa se cayó de aquel lado y cuando llegué estaban llorando, sí, llorando, porque dicen que tuvieron mucho miedo”.

El problema para los oaxaqueños es que los abonos que llegan cada mes les parecen muy pocos y muy espaciados, lo que les impide acelerar sus obras.

“Y es que lo que depositaro­n el mes pasado ya se acabó, y si ahorita deja uno que se vayan los albañiles, ya no vamos a encontrar más adelante, porque ahorita mucha gente no ha empezado a reconstrui­r su casa, porque están muy cotizados ahorita, de hecho muchos no han podido comenzar

El problema es que los abonos que llegan cada mes les parecen muy pocos y muy espaciados

sus nuevas casas porque no hay quién lo haga”.

Por lo que aunque las tarjetas del Fonden tienen 15 mil pesos para el sueldo de un albañil y un peón, los mismos familiares y vecinos han improvisad­o para ayudar en las labores de construcci­ón.

Y aunque pareciera que pese a las montañas de escombros de más de dos metros de altura y que obstruyen todas las vialidades, todo lo demás va bien en este pueblo por el avance de la reconstruc­ción, pero hay excepcione­s.

La señora Rosalía es de las pocas que sigue viendo su casa hecha polvo. Los escombros siguen ahí y aunque de lo que fue su hogar no quedó nada, en el censo la catalogaro­n como pérdida parcial y el dinero que le llegó no le alcanza para nada. Dice que no ha podido siquiera darse el lujo de contratar a alguien que le ayude a limpiar el terreno y sus nietos dejen de enfermarse por el polvo y la suciedad.

Hace unos días personal del gobierno estatal accedió a su petición de volver a revisar su caso, fueron a tomar videos, fotos y corroborar­on que la casa desapareci­ó.

Rosalía espera que con esto puedan rectificar su caso para que deje de seguir viviendo debajo de una lona en el patio de su vecino, acomodados en el suelo o en el único sillón que se pudo rescatar.

Aunque en este poblado sus habitantes construyer­on sus casas con pocos metros de altura para prever las inundacion­es, pues están a un kilómetro de la laguna superior de Oaxaca, lo que no pudieron imaginar fue un sismo de magnitud 8.2.

Ahora, aunque parece misión imposible, el señor Isidronio Vázquez, como el resto de las familias, anhelan poder tener sus casas listas para las fiestas navideñas y lograr una celebració­n que no sea debajo de una lona y entre los escombros.

“Por eso sí se necesita lo segundo del dinero, para poder sacar más material, porque lo primero ya se acabó y porque ya mero es diciembre. Y eso va a ser lo más triste, que si no tenemos casa navideña, pues entonces sí estamos jodidos”. M

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Casi todas las casas colapsadas están siendo edificadas otra vez.

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