Milenio

La competenci­a creció bastante; cuando empecé, hace 8 años, estaba catalogado como el más chico en el medio

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Adrián García Bogliano; México bárbaro, partes 1 y 2, entre otras, y también para la televisión, en la parte de efectos especiales y utilería, como en la serie El Señor de los Cielos. —¿Y por qué Jimmy Mcfly? —Pues viene de dos cosas que me gustaban de chico: mis compañeros me decían Jimmy, porque me llamo Jaime, y Mcfly, porque soy fan de la película Volver al futuro. Una cosa llevó a la otra y terminé siendo Jimmy Mcfly. Jimmy Macfly sabe que es importante ser observador para hacer caracteriz­aciones. Recuerda que compraba periódicos y revistas de nota roja y veían canales de internet donde salían asesinatos del narco. En México ha crecido la producción de cine de horror y el trabajo de quienes se dedican a maquillaje y caracteriz­aciones, como el propio Mcfly, que ha estado en varios proyectos.

En Histeria, una de las películas en las que participó, “hicimos una mano que la martillaba­n, y conforme la machacaban, iba moviendo los dedos; la mano era de silicón. Entonces termina destrozada y aparte tenía que salir sangre. Sí, era un efecto complicado; de lo más complicado­s que me ha tocado”.

En El Señor de los Cielos estuvo en el área de utilería y en efectos especiales; pero una de las que le trae gratos recuerdos, dice mientras sonríe, es la película Atroz. —¿Por qué? —Hay una escena en la que teníamos que hacer el corte de un pene y un aplique que tenía el actor. Me tuve que maquillar la mano del color del actor, me puse unos tatuajes y una pulserita para que pareciera la mano de él, y entonces corté el pene; salía líquido y sonaba; al final, el chico del boom, cuando dijeron “corte”, corrió al baño y al salir me dijo: “En todos los años que llevo haciendo boom y sonido, nunca me había tocado ver algo que me diera tanto asco y que tuviera que correr al baño”.

Y también hizo un tzompantli, que es con el que empiezan los cortometra­jes. “Es una pared que tiene un montón de cabezas, porque según es un tzompantli que hicieron unos narcos”. —¿Crece el número de aficionado­s al cine de horror?

—Sí, bastante, y como que a veces la gente quiere más. Me ha tocado ver películas en las que yo, trabajando en ellas, sabiendo los trucos y todo, a veces me terminaba dando un poco de desagrado, y había gente que quería más.

Sin embargo, añade, “también le encontramo­s el lado divertido a la situación. A veces el cine de horror suena como que la gente se la va a pasar mal, pero a mí me ha tocado que mucha gente sale atacada de la risa. O sea, sí hay gente que entiende que es un truco y que a veces le causa gracia, y a veces que a ese truco no le entienden y es cuando les da como temor, como no saber qué se hizo que se cortara un dedo”. —¿Y cómo está la competenci­a? —La competenci­a creció bastante; yo, cuando empecé, hace ocho años, estaba catalogado de los más chicos en el medio; ahorita hay mucha gente, porque vino el boom de The Walking Dead, marchas zombis y todo eso que hicieron aquí y a mucha gente le llamó la atención esto de la caracteriz­ación, de efectos especiales prácticos, como la utilería; también ayuda mucho que a las nuevas generacion­es les gustan las convencion­es de cómics y también ahí entra un poco meter utilería.

Este es el lugar de trabajo de Jimmi Macfly —rodeado de pinturas y piezas utilizadas en películas, como un torso, tintas y diversos utensilios—, quien moldea piezas que dan forma a personajes en historias de terror. M

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