Mexicanos individualistas
Al final de su artículo sobre la baja solidaridad de los mexicanos, glosado ayer en esta columna, Leo Zuckermann cita un estudio de valores hecho por Manuel Rodríguez Woog y Guido Lara para la revista Nexos en 2011.
“En proporción abrumadora”, concluye ese estudio, “los mexicanos creen en sí mismos más que en el país donde viven. Todo o casi todo lo esperan de su propio esfuerzo, poco o nada de la calidad política, económica o social de la nación que han construido.
“A falta de un sueño común o una visión solidaria que vincule los destinos individuales, los mexicanos tienden a poner sus sentimientos de pertenencia en la familia. No existe más, si alguna vez existió, algo parecido a un sueño o una aspiración co- mún, un sueño mayoritario que comparta siquiera la mitad más uno de los mexicanos. Se diría que la unidad nacional ha volado en pedazos” (http://bit.ly/2yTfosj).
He ido a consultar el estudio y me ha parecido más que pertinente su lectura. El resumen de sus hallazgos sigue así:
“La apuesta al propio esfuerzo y el refugio en la familia como mundo nuclear, dibuja, con fuertes trazos, la imagen de un ciudadano que desconfía de sus élites, en particular del gobierno, y mira hacia el país con un sentido crítico acusado que incluye el resentimiento de creerlo un país rico y no haber recibido suficiente de él.
“La confianza casi irrestricta en sí mismo y la desconfianza radical en el Estado y sus instituciones, arrojan el perfil de lo que provocativamente hemos llamado un liberal salvaje. Estamos frente a un ciudadano que no reconoce otro ethos que el del bienestar personal y familiar, ni otro derecho que el de resolver su vida con los medios a su alcance, perjudiquen éstos o no a su comunidad y a su nación”.
El estudio identifica la existencia de “al menos cinco temperamentos mexicanos, en muchos aspectos incompatibles entre sí”, divididos porcentualmente de la siguiente manera:
1. Nostálgicos tradicionalistas: 30% de la población; 2. Soñadores sin país: 25%; 3. Pesimistas indolentes: 20%; 4. Optimistas sobre el futuro: 16%; 5. Nacionalistas inconformes: 9%.
¿Suena familiar? M