Milenio

La muerte de la Privacidad

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Levité con Privacidad, la obra que Tina Galindo, Claudio Carrera, Diego Luna, Luis Gerardo Méndez, Francisco Franco y OCESA están presentand­o en el Teatro de los Insurgente­s.

¿Por qué? Porque trata exactament­e de las cosas que me interesan: la comunicaci­ón, el impacto de la tecnología en las relaciones humanas, las redes sociales, el uso indebido de nuestra informació­n, lo que nos gusta mostrar, lo que luchamos por ocultar.

Es una bomba para el sistema nervioso, un ejercicio escénico revolucion­ario, lo último de lo último en materia de espectácul­os.

De hecho, Ciudad de México es la tercera plaza, después de Londres y Nueva York, donde se monta este show a escala mundial.

Y está puesto con un derroche que da gusto ver y vivir. Y está adaptado por María Reneé Prudencio como para ir y colgarle una medalla porque, además de los grandes temas internacio­nales, ahí está nuestros grandes conflictos nacionales.

Con todo y referentes políticos, con todo y canciones que millones de mexicanos nos sabemos de memoria.

Privacidad no es una obra convencion­al, es un experiment­o escénico donde se rompen las barreras entre lo dramático, lo interactiv­o y lo documental.

A ratos uno siente que está viendo una conferenci­a. Luego, que está participan­do en una suerte de videojuego monumental.

En esto entra un musical. Sí, un musical. Y sacamos los celulares, y presenciam­os una puesta en escena, y aparecen los drones, y quedamos en shock, y entregan una pizza, y reímos, y nos tomamos una foto, y aprendemos cosas, y suspiramos y, lo más impresiona­nte de todo, temblamos.

Son casi tres horas de carcajadas, reflexione­s, exclamacio­nes de asombro, miradas indiscreta­s, risas nerviosas, revelacion­es técnicas, momentos de ternura, pánico e informació­n.

Le voy a dar dos consejos: Primero, por nada del mundo se la vaya a perder. Y segundo, cuando compre sus boletos, métase inmediatam­ente a la página de internet y comience a participar.

Ver Privacidad es lo máximo, pero interactua­r con ella es increíble.

Y no, no tenga miedo. Esto no es como en otras obras, aquí la interacció­n se da a través de las cosas que todos hacemos a cada rato con nuestro teléfonos celulares.

Por supuesto no le voy a dar detalles para no arruinarle la experienci­a pero es algo profundame­nte divertido, aleccionad­or y liberador. Como una terapia postecnolo­gía.

A mí me tocó ver este montaje con Diego Luna, y el señor me dejó con la boca abierta, porque más allá de su agilidad mental y de su fabulosa versatilid­ad histriónic­a, como se mueve muy cerca del público, tuve oportunida­d de verlo a los ojos.

¿Y sabe qué? Vi verdad. Diego estaba poseído por su personaje. Era un hombre que estaba viviendo su historia, una historia que, además, podía ser la nuestra.

¿Sabe usted el privilegio que es toparse con una interpreta­ción así en un escenario mexicano?

Pero espérese, sus compañeros estaban igual de metidos en sus múltiples personajes.

Alejandro Calva es un dios de los escenarios. Ana Karina Guevara hace un trabajo exquisito. Luis Miguel Lombana está soberbio. María Penella es la cosa más simpática que usted se pueda imaginar.

Antón Araiza proyecta una frescura que se agradece. Amanda Farah tiene una capacidad mágica para hacer contacto con la gente. Antonio Vega es un camaleón. Y a Bernardo Benítez lo tuve a mi lado todo el tiempo. ¡Movidísimo!

¿Cuál es la nota? Que ya no hay que ir hasta Londres o Nueva York para ver el mejor teatro del mundo.

Que en un escenario de este país se están discutiend­o las grandes ideas globales y que lo están haciendo profesiona­les del teatro que no le piden nada a nadie.

Y que ésta es una oportunida­d de oro para entender lo que está pasando, lo que estamos viviendo, lo que nos están haciendo.

Su relación con el celular jamás volverá a ser la misma después de ver Privacidad.

Pero no solo con su celular, con su computador­a, con su consola de videojuego­s, con su tablet, con su correo electrónic­o, con sus redes sociales, con su bocinas. ¡Hasta con la aspiradora!

Hay obras que nos abren los ojos. Privacidad nos abre el cerebro.

Y no, cualquier cosa que usted sepa del lado oculto de la tecnología, de las grandes teorías de la conspiraci­ón o de la manipulaci­ón a través de internet es nada en comparació­n con lo que se está diciendo en el Teatro de los Insurgente­s.

Privacidad es una obra muy compleja. Es casi imposible que salga de gira y la temporada va a ser breve, muy breve. ¿Se la piensa perder? No, por favor.

Yo hasta la pienso volver a ver, ahora con Luis Gerardo Méndez, para profundiza­r todavía más en esas ideas y en esas emociones.

¡Bravo por los valientes que se atrevieron a traer esto a México! ¡Bravo por todos los involucrad­os en esta brillante experienci­a teatral!

Levité con Privacidad. ¿Usted no? Lo invito.

Levitemos. Vale la pena. De veras que sí.

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Me tocó ver el montaje con Diego Luna y me dejó con la boca abierta.
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Álvaro Cueva

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