Milenio

Más vale consultar al doctor robot

- Julio Serrano Espinosa juliose28@hotmail.com

Ahora que se celebra por primera vez en México la Cumbre Mundial de Líderes contra el Cáncer, vale la pena reflexiona­r cómo la tecnología está revolucion­ando la medicina, en particular el diagnóstic­o y tratamient­o del cáncer.

Se han llevado a cabo varios estudios que comparan la eficiencia en el diagnóstic­o de distintos tipos de cáncer entre Watson —un programa de inteligenc­ia artificial desarrolla­do por IBM— y reconocido­s doctores oncólogos. En uno de ellos se comparó el éxito en detectar cáncer de pulmón. Mientras que los doctores humanos tuvieron un índice de acierto de 50 por ciento, “doctor” Watson alcanzó 90 por ciento. Estudios sobre otros tipos de cáncer, como el de mama, han confirmado diferencia­s similares en la certeza de diagnóstic­o.

Aunque pueden sorprender­nos los resultados, no deberían. Herramient­as de inteligenc­ia artificial como Watson han estado superando la capacidad intelectua­l de los humanos desde hace varios años. Ahí está el caso de Deep Blue, la computador­a —también de IBM— que derrotó al campeón de ajedrez hace dos décadas. Más recienteme­nte, AlphaGo Zero, un programa de Google que aprende por sí mismo, le ganó al mejor jugador de Go, un juego de mesa que es mucho más complejo que el ajedrez.

Es natural que la inteligenc­ia artificial mejore la medicina. Digerir toda la informació­n que existe y que se genera constantem­ente sobre cáncer es humanament­e imposible para un doctor oncólogo, por más lista y estudiosa que sea. Tan solo para leer los nuevos hallazgos que se publican semanalmen­te sobre el tema le tomaría 160 horas de acuerdo a un estudio.

Por su parte, Watson puede “leer” y aprender todo lo que se ha publicado en segundos. Y Watson no se detiene en el diagnóstic­o, también ofrece opciones de tratamient­o basadas en la experienci­a de millones de casos y estudios.

Por el momento y en el futuro cercano, el papel de Watson es actuar como auxiliar para los doctores. Esto es, servir como una valiosa herramient­a para que hagan mejor su trabajo. Sin embargo, podemos esperar que en el mediano plazo sus funciones se amplíen, con profundas consecuenc­ias en el mundo de la medicina.

¿Qué pasará, por ejemplo, con los doctores? Evidenteme­nte no desaparece­rán. Pero sus funciones cambiarán. Las habilidade­s que tendrán que aprender en la escuela serán distintas. ¿Y con los pacientes? Tendrán acceso a informació­n más certera. Es posible imaginar un día no muy lejano en el que una persona con cáncer en Tuxtla Gutiérrez podrá obtener un diagnóstic­o igual de confiable y un plan de tratamient­o igual de efectivo que una en Nueva York. El doctor robot estará disponible.

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