Más vale consultar al doctor robot
Ahora que se celebra por primera vez en México la Cumbre Mundial de Líderes contra el Cáncer, vale la pena reflexionar cómo la tecnología está revolucionando la medicina, en particular el diagnóstico y tratamiento del cáncer.
Se han llevado a cabo varios estudios que comparan la eficiencia en el diagnóstico de distintos tipos de cáncer entre Watson —un programa de inteligencia artificial desarrollado por IBM— y reconocidos doctores oncólogos. En uno de ellos se comparó el éxito en detectar cáncer de pulmón. Mientras que los doctores humanos tuvieron un índice de acierto de 50 por ciento, “doctor” Watson alcanzó 90 por ciento. Estudios sobre otros tipos de cáncer, como el de mama, han confirmado diferencias similares en la certeza de diagnóstico.
Aunque pueden sorprendernos los resultados, no deberían. Herramientas de inteligencia artificial como Watson han estado superando la capacidad intelectual de los humanos desde hace varios años. Ahí está el caso de Deep Blue, la computadora —también de IBM— que derrotó al campeón de ajedrez hace dos décadas. Más recientemente, AlphaGo Zero, un programa de Google que aprende por sí mismo, le ganó al mejor jugador de Go, un juego de mesa que es mucho más complejo que el ajedrez.
Es natural que la inteligencia artificial mejore la medicina. Digerir toda la información que existe y que se genera constantemente sobre cáncer es humanamente imposible para un doctor oncólogo, por más lista y estudiosa que sea. Tan solo para leer los nuevos hallazgos que se publican semanalmente sobre el tema le tomaría 160 horas de acuerdo a un estudio.
Por su parte, Watson puede “leer” y aprender todo lo que se ha publicado en segundos. Y Watson no se detiene en el diagnóstico, también ofrece opciones de tratamiento basadas en la experiencia de millones de casos y estudios.
Por el momento y en el futuro cercano, el papel de Watson es actuar como auxiliar para los doctores. Esto es, servir como una valiosa herramienta para que hagan mejor su trabajo. Sin embargo, podemos esperar que en el mediano plazo sus funciones se amplíen, con profundas consecuencias en el mundo de la medicina.
¿Qué pasará, por ejemplo, con los doctores? Evidentemente no desaparecerán. Pero sus funciones cambiarán. Las habilidades que tendrán que aprender en la escuela serán distintas. ¿Y con los pacientes? Tendrán acceso a información más certera. Es posible imaginar un día no muy lejano en el que una persona con cáncer en Tuxtla Gutiérrez podrá obtener un diagnóstico igual de confiable y un plan de tratamiento igual de efectivo que una en Nueva York. El doctor robot estará disponible.