Milenio

¿Eres tú, Bruto? ¿O puto? ¿O?

- CARLOS PUIG Twitter: @puigcarlos

Vivo en un país de cínicos que no dicen puto, sino bruto. El grado de ignominia de nuestra clase política ha llegado a niveles de quinto mundo. La historia se conoce. Un grupo de la bancada priista, cansada, que sabe que son mayoría levanta dedos, que les harta el debate, que en realidad están ahí por alguna lanita en un moche, por quedar bien con el partido para saltar a otro puesto, por otra cosa que no tiene nada que ver con el debate parlamenta­rio.

Van, cobran, asisten a algunas cosas, gestionan alguna lana para algún proyecto en su estado que les deja algo, política o económicam­ente, y ya está. Camioneta, asistentes, asesores. No es mala vida.

Será por eso que esa noche, pues ya en el desmadre, verdad, porque ya habían levantado el dedo suficiente y todo estaba decidido, pues dijeron… qué hacemos, pues vamos a gritarle puto al tipo del saco rosa, por qué no.

¿Por qué no? Es el concepto más interesant­e de todo esto. Porque saben que en estos tiempos hay celulares por todas partes y canal del Congreso, y lo íbamos a ver todos.

Pero no les afecta en nada su vida política ni sus dineros ni sus intereses. En nada, porque en el fondo no representa­n a nadie que pueda algún día cobrarlo en la urna. Les deben todo a otros.

¿A quiénes? Pues, por ejemplo, al señor Camacho que ya salió a decirnos que no dijeron puto, sino bruto. No lo dijo, pero uno supone que el ¡Eeeh! anterior era para completar lo de Julio César y en realidad era: ¿Tú también? Y luego, el “bruto”.

César Camacho. Sí, él. Con larga trayectori­a en la política no fue capaz más que de proteger el desmadre de sus diputadas. No, dijo sonriendo, no dijeron puto, dijeron bruto. Lo dijo sonriendo, como de guasa. ¿A él, qué? El tiene asegurada su vida de otras maneras y ellas le cumplen obedeciend­o en cada voto.

El presidente de la Cámara, Jorge Carlos Ramírez Marín, ayer se debatía en si el regaño sería público o privado. ¿Él qué? Él pronto renunciará para buscar la gubernatur­a de Yucatán. Suerte.

Los que trabajamos en los medios o en la tele, por puro morbo, sacamos al aire los desmanes que se arman en algunos parlamento­s de países lejanos o se agarran golpes. Es buena tele. Eso deben haber pensado algunos colegas en otras partes del mundo. Si solo supieran que no dijeron puto, sino bruto. M

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