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La expresión “objeción de conciencia” se emplea en el ámbito médico con un sentido muy específico: expresar la negativa para llevar a cabo un acto médico necesario, debido a las creencias personales del médico.

Resulta extraño que un médico se niegue a llevar a cabo un acto médico. Imaginemos que yo, dedicada a la filosofía, me niegue a cumplir con un temario por razones de conciencia, por ejemplo: mi religión no me permite explicar el pensamient­o de Nietzsche, así que me niego a hacerlo.

La respuesta al ejemplo anterior sería: si por religión o creencias personales usted no puede explicar filosofía, entonces no puede formar parte del profesorad­o de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM: así de sencillo.

Yo me pregunto entonces porqué a los médicos se les permite que su conciencia y sus creencias personales afecten al paciente en necesidad extrema. Porque un paciente no desea entender el pensamient­o de Nietzsche, sino algo bastante más urgente: salvar su vida o terminar con un estado de dolor o enfermedad.

¿Debe un médico testigo de Jehová llevar a cabo una objeción de conciencia y negarse a realizar una transfusió­n sanguínea, porque su religión no se lo permite? ¿Debe un médico católico en la Ciudad de México negarse a realizar un aborto porque su religión no se lo permite? ¿Debe un médico abstenerse de realizar un trasplante de órganos?

La respuesta a la preguntas anteriores es la misma: no debiera. Porque para eso es médico y para eso existe una ley que le exige realizar su trabajo y a la vez protege a los pacientes que requieren de sus servicios.

Si usted no quiere una transfusió­n sanguínea, no la pida. Si usted no quiere un trasplante de órganos, no lo solicite. Si usted no quiere un aborto, no aborte. Pero no pretenda imponer sus creencias personales a los pacientes que acuden con una necesidad concreta.

La legalidad, cuando se apoya en la ciencia, debería estar por encima de la conciencia personal, al menos cuando se trata de brindar un servicio público. La conciencia moral y sus extraños recovecos son para la vida personal: para la vida pública, atengámono­s a la ciencia y la legalidad cuando se apoya en ella. m

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