Milenio

Multimedio­s y el final de Buenas vibras

- Álvaro Cueva

¿A usted le gusta que le mienten la madre? Pues Televisa nos la mentó el viernes pasado durante la transmisió­n del último programa de Buenas vibras en su canal GalaTv.

En mi vida había visto una falta de respeto tan más grande para el pueblo de México. No me cabe en la cabeza que algo así haya sucedido.

¿Qué era Buenas vibras? Una mamarracha­da inmunda que Televisa se inventó no para atender a las audiencias. ¡No!, para destronar a Enamorándo­nos de Tv Azteca.

Ya desde aquí, los responsabl­es de este concepto estaban mal. Un canal de televisión no puede trabajar para otro. ¡Debe trabajar para el público!

Buenas vibras era malo, estaba mal hecho a propósito, promovía la ignorancia, quería llamar la atención con imágenes grotescas, con situacione­s absurdas, regresándo­nos a los tiempos de los talk shows actuados.

¿A qué me refiero cuando le digo que su gente nos mentó la madre?

A que en el último minuto, en un acto de arrogancia insólita, Paul Stanley, el conductor de este proyecto, en lugar de ofrecernos una disculpa y de asumir la responsabi­lidad de su fracaso, se aventó una pésima puntada.

¿Cuál? La de afirmar que iba a denunciar públicamen­te al responsabl­e de la salida del aire de este concepto.

Obviamente, muchas personas estábamos esperando algo glo- rioso, un momento de congruenci­a, la oportunida­d de oro para que estos señores se fueran en grande y tuvieran abiertas las puertas de nuestros hogares para una próxima emisión.

¿Y a quién le echó la culpa de la cancelació­n de Buenas vibras? ¡A nosotros! ¡A los televident­es!

¿Se da cuenta de la gravedad de esto? Ahora resulta que ellos estaban bien y nosotros, mal, que ellos jamás se equivocaro­n al denigrar a la mujer, a los homosexual­es ni a muchas otras “minorías”, que era hermoso ver a todas esas criaturas moviendo las nalgas nada más porque sí.

¡Eso es una mentada de madre! ¡Eso es el peor de los insultos! ¡Eso es no querer reconocer un error!

¡Eso, en cualquier otro lugar del mundo, hubiera provocado un apagón masivo de televisore­s, la cancelació­n de muchísidep­ortes mos contratos publicitar­ios!

¿Por qué permitiero­n esto los ejecutivos de Televisa? ¡Tan fácil que hubiera sido despedirse como personas humildes, como la gente educada y anunciar el regreso del programa del Coque Muñiz!

¿A usted le gusta que le mienten la madre? A mí, no, y

Buenas vibras fue una mentada de madre de principio a fin. ¿A poco no?

SNSerio y yo

El jueves pasado estuve en Monterrey. Los señores de Multimedio­s Televisión me invitaron a su programa SNSerio, y yo estaba aterrado.

¿Por qué? Porque todo el mundo me decía que no fuera, que el programa no valía la pena, que sus conductore­s me iban a alburear, que me iban a tratar muy mal.

Le voy a decir la verdad: la experienci­a fue maravillos­a. Tenía años de no pararme en Monterrey, mucho menos en Multimedio­s, y regresé encantando.

Monterrey sigue siendo la gran ciudad que llevo en la mente y en el corazón, tierra de gente trabajador­a y honesta, un lugar increíble.

Y Multimedio­s es otro mundo. Es una televisora que no le pide nada a las mejores de todo el país, pero con calidad de vida. Ese ambiente de trabajo ya lo quisieran en otras partes de México. ¿Y la experienci­a de estar en

SNSerio? Fabulosa. Me trataron como estrella de cine, todo lo que me preguntaro­n fue de lo muy inteligent­e a lo muy divertido, y tuve el privilegio de compartir el foro con mi queridísim­a Alejandra Maldonado y con el conductor de Heliodoro Hinojosa que resultó ser un tipazo.

El programa dura más de tres horas en vivo y se nos fueron volando. Hasta nos quedamos con un montón de temas en el tintero porque los temas eran buenísimos.

Cosas muy humanas, muy chistosas, muy de la industria de la comunicaci­ón mexicana. Y los conductore­s nos escuchaban, nos respetaban.

Perdón, pero es que eso ya no existe. Ahora cuando uno va a una entrevista los que se lucen son los conductore­s, no escuchan, son prepotente­s.

SNSerio es un late night show como los que media humanidad ha tratado de hacer en Ciudad de México pero perfectame­nte bien adaptado a la realidad de la televisión abierta privada regional de nuestra nación y sin mayores pretension­es que las de atender a las audiencias más sencillas.

Lo conducen Enrique Mayagoitia y Adrián Marcelo, dos señores que tienen la peculiarid­ad de llevarse excelente y de trabajar muy bien en equipo. No compiten, se complement­an.

¡Qué bien coordinado­s los tiene Gregorio Ortiz, su productor! Es un placer haber estado ahí y, sobre todo, una revelación.

Ojalá que en la Ciudad de México existiera un programa de este tipo, con esa calidez y con esa calidad, con esos niveles de rating y con ese indiscutib­le éxito a nivel comerciali­zación.

¡Gracias! ¡Muchísimas gracias por la experienci­a y por la invitación! Ojalá que pronto nos volvemos a ver.

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El programa culpó de la cancelació­n a los televident­es.
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