Milenio

El escándalo de la publicidad oficial

- HÉCTOR AGUILAR CAMÍN hector.aguilarcam­in@milenio.com

La sentencia del ministro Arturo Zaldívar exigiendo al Congreso que legisle sobre la publicidad oficial, y los miles de millones que gobiernos y autoridade­s dedican a anunciarse en los medios, ha consolidad­o las críticas, más que fundadas, a este viejo régimen de contuberni­o/ crítica/ venta/ alquiler/ matrimonio/ divorcio/ realismo/ esquizofre­nia que rige las relaciones de los medios con el poder en México.

Es una sentencia bienvenida porque atiende la demanda de una voz articulada de la sociedad civil, y porque apunta a la necesidad de poner reglas claras en el reino de discrecion­alidad que consiste, de parte del gobierno, en entregar rentas del Estado a los medios, y, de parte de los medios, en exigirlas y recibirlas.

Algo se ha ganado con los avances de la transparen­cia en esos gastos que permiten, a cualquier ciudadano empeñoso, saber con alguna precisión cuánto gastan oficialmen­te el gobierno federal y los gobiernos estatales en cada medio.

Pero hay mucho dinero no registrado y las reglas según las cuales se asignan los recursos que se registran son todo, menos transparen­tes. La cifra escandalos­a a la que se ha llegado en ejercicio de esa transparen­cia es la más clara que se ha tenido nunca respecto del gasto publicitar­io del gobierno federal: un millón de pesos cada hora.

No hay una cifra así de redonda de lo que gastan los gobiernos estatales y los otros poderes del Estado.

Lo que pide la Suprema Corte, a través de la sentencia del ministro Zaldívar, es que el Congreso precise las reglas del gasto gubernamen­tal en publicidad, en cumplimien­to de los muy precisos mandatos del artículo 134 constituci­onal: “tener carácter institucio­nal”, “fines educativos, informativ­os o de orientació­n social” y “en ningún caso” incluir “nombres, imágenes, voces o símbolos que impliquen promoción personaliz­ada de cualquier servidor público”.

Es clara la resistenci­a que puede haber en el Congreso a legislar apegándose a estos mandatos constituci­onales. Los usos y costumbres políticos en la materia los violan todos los días, particular­mente en tiempos de competenci­a electoral.

Aún así, la sentencia de la Corte crea una oportunida­d para pensar con seriedad y resolver con inteligenc­ia el escándalo de la publicidad oficial. M

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico