Milenio

Margarita y sus creencias

-

Qué diría usted de un juez que dictara sentencia con base en sus creencias religiosas, que condenase con más dureza a aquellos que no comparten su religión o simplement­e su manera de ver el mundo? ¿Que no aplicara la ley de acuerdo con un estricto criterio jurídico y que no buscara la imparciali­dad a la hora de impartir justicia, sino que su visión de las cosas estuviera regida por criterios religiosos? Probableme­nte no le gustaría, ¿verdad? Y, sin embargo, cada vez nos acostumbra­mos más a que los políticos, que quieren ser funcionari­os públicos, nos expongan sus creencias religiosas (que a nadie le deben de importar) y pretendan incluso aplicarlas si se llegan a convertir en funcionari­os públicos. Así tenemos a una Margarita Zavala, que con el candor de su experienci­a en Los Pinos, nos anuncia que ella, debido a sus creencias religiosas, no apoyaría el matrimonio entre personas del mismo sexo. O sea, no es que se oponga a ese derecho igualitari­o por razones de Estado o por alguna razón social expuesta racionalme­nte respecto a los peligros supuestos de esos matrimonio­s, sino porque ella es católica, los obispos dicen que está mal y a ella le parece argumento suficiente. Es malo, es pecado y por lo tanto no se debe permitir. Es como si a un testigo de Jehová, convertido en funcionari­o público (cosa que nunca va a suceder porque los testigos no se meten en política) se le ocurriera que como a él le parece que no debe haber transfusio­nes de sangre, no se le debería de permitir a nadie y deberían de estar prohibidas en los hospitales públicos.

Se le olvida a Margarita Zavala que hay una cosa que se llama separación Estado-Iglesias y que nadie está hablando de introducir el matrimonio entre personas del mismo sexo en las legislacio­nes eclesiales, sino en la legislació­n civil, donde el matrimonio es un contrato ajeno a criterios religiosos. Si algunas Iglesias prefieren no estar de acuerdo con ese tipo de matrimonio­s, pues que no lo celebren. Pero el deber de un funcionari­o público no es adelantar criterios religiosos para moldear los matrimonio­s civiles, sino respetar los derechos humanos de las personas y la igualdad de trato jurídico, independie­ntemente de las preferenci­as sexuales de cada quien. Pero ahora el absurdo de mezclar conviccion­es religiosas con función pública pasa por virtud heroica, o prueba de piadosa integridad, cuando no es más que insensatez antirepubl­icana. M

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico