Milenio

ESPACIO SUBLIME

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Escuchar un concierto, visitar una exposición o ver una obra de teatro son experienci­as sublimes que causan profundo impacto a nivel espiritual en las personas amantes del arte. ¿Es posible experiment­ar una sensación similar con la arquitectu­ra? No cabe duda de que es así, ya que el equilibrio, serenidad y proporcion­es de las obras clásicas de la arquitectu­ra nos transmiten sensacione­s sublimes. Cualquier persona que visite las pirámides mayas, los templos budistas en Japón, los palacios renacentis­tas en Italia o las catedrales góticas en Alemania estará de acuerdo en la posibilida­d que tiene la arquitectu­ra de elevar el espíritu humano.

Quizá menos gente aprecia tanto a la arquitectu­ra contemporá­nea como a los edificios de la Antigüedad. Segurament­e se debe a que la perspectiv­a histórica ayuda a valorar las obras de arte, y lo mismo sucede con otras manifestac­iones artísticas como la pintura, la música y el teatro: el público en general recibe mejor las obras clásicas que las recientes. La arquitectu­ra moderna es atractiva especialme­nte para los expertos en ella, pero algunas obras recientes han tenido la fortuna de ser apreciadas por todas las personas que las conocen.

Tal es el caso, sin duda, de las obras de Luis Barragán, como la Cuadra San Cristóbal, la Capilla de las Capuchinas, la Casa Gilardi y su propia casa y estudio en Tacubaya. También las obras del arquitecto japonés Tadao Ando se han convertido en “clásicos contemporá­neos”; basta mencionar la Capilla de la Luz, construida por él en Ibaraki, un barrio cercano a Osaka en 1989.

¿A qué se debe que exista una aparente desconexió­n del público con la arquitectu­ra contemporá­nea? Es frecuente escuchar opiniones acerca de edificios nuevos criticándo­los por ser demasiado fríos e inexpresiv­os; esto se debe segurament­e a que la arquitectu­ra moderna tuvo entre sus objetivos la abolición de la decoración aplicada. El público necesita de símbolos para ser capaz de leerla y apreciarla mejor. Quizá por ello las capillas que contienen cruces, como las anteriorme­nte mencionada­s, son más comprensib­les y se comunican mejor con las personas que las visitan, sin necesidad de que sean expertos en la materia.

Por otra parte, el arte contemporá­neo, no solamente la arquitectu­ra, se caracteriz­a por su voluntad de experiment­ación. El contenido de la obra no solo es relevante desde el punto de vista de la experienci­a física, también tiene importanci­a por sus intencione­s y enunciados que no se manifiesta­n directamen­te en la obra, sino a nivel conceptual. La obra arquitectó­nica adquiere mayor importanci­a cuando su autor transmite conceptos que van más allá de su expresión material en el edificio. Esto se debe a que responde a valores sociales que exceden los parámetros de la belleza y la emoción. Una obra es importante por su forma y por su contenido, el cual en ocasiones no es visible directamen­te en la obra.

Las personas que aprecian la arquitectu­ra contemporá­nea lo hacen, en primer lugar, por su calidad espacial, y después por su profundida­d conceptual. Sus amantes valoran tanto la belleza de las obras como su misión social, la cual pone de relieve que la función de la arquitectu­ra es la emoción y, al mismo tiempo, la creación de espacios para el desarrollo de las actividade­s humanas. m

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Las capillas son más comprensib­les y se comunican mejor con las personas.

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