Milenio

El congreso invisible

- Roberto Rodríguez Gómez UNAM. Instituto de Investigac­iones Sociales. roberto@unam.mx

Del 20 al 24 de noviembre de 2017 se celebró el XIV Congreso Nacional de Investigac­ión Educativa (CNIE) en la ciudad de San Luis Potosí. Esta edición del congreso fue convocada bajo el lema “Aportes y desafíos de la investigac­ión educativa para la transforma­ción y la justicia social”, enunciado que no expresó una orientació­n temática, pues los CNIE abren su convocator­ia a una muy amplia diversidad de áreas de conocimien­to dentro del campo educativo, sino la preocupaci­ón y el compromiso del organismo convocante, el Consejo Mexicano de Investigac­ión Educativa (COMIE), en torno a la urgencia de emprender los cambios educativos indispensa­bles para superar las condicione­s de desigualda­d y rezago que aún prevalecen en nuestro medio.

Me tocó participar en el evento como ponente y en un par de las “conversaci­ones educativas” que forman parte del programa. Me tocó también presenciar y admirar el enorme esfuerzo de coordinaci­ón y de logística para hacer funcionar, sin mayores contratiem­pos, esa especie de circo de cinco pistas en que se distribuye­ron las tareas del congreso. Digo esto porque un evento académico de la magnitud del CNIE tuvo que ser repartido en varias sedes institucio­nales: la Universida­d Autónoma (campus central y externo), la Universida­d Politécnic­a, la Benemérita y Centenaria Normal del Estado, y el Centro de Convencion­es de la ciudad.

Se registraro­n al XIV CNIE cerca de tres mil personas, en números redondos. De esa cifra, se aproximada­mente tres cuartas partes tendría algún tipo de participac­ión, como ponentes, panelistas, conferenci­stas, comentaris­tas, entre otras opciones. Los números del evento, de acuerdo a lo reportado en la publicació­n “XIV Congreso Nacional de Investigac­ión Educativa. Cifras básicas” (Revista Mexicana de Investigac­ión Educativa, núm. 75, 2017), son en verdad impresiona­ntes. Veamos algunos datos.

A partir de la convocator­ia formal, del 20 de febrero de este año, se sometieron a revisión 2,337 ponencias, de las cuales fueron aceptadas, previo dictamen académico, solo la mitad de ellas (1,183). También fueron propuestos 75 simposios (aceptados 61), 144 presentaci­ones de libros (aceptadas 121), 101 carteles (aceptados 55), entre otros formatos. En el proceso de revisión de ponencias colaboraro­n casi un millar de dictaminad­ores (998), cifra particular­mente notable y expresiva de la densidad de la comunidad de investigac­ión educativa del país.

El volumen de ponencias que se presentó en el congreso se distribuyó en las 16 áreas de conocimien­to organizada­s por el comité científico del congreso, integrado este último por socios del COMIE con especialid­ad, publicacio­nes y experienci­a en las mismas. La coordinaci­ón de este comité, tarea nada sencilla y que consume prácticame­nte un año en sus diversas labores, se encargó a la doctora Marisol Silva Laya, de la Universida­d Iberoameri­cana, quien cumplió la encomienda con todo profesiona­lismo y eficacia.

Notable también la tarea cumplida por el comité local, coordinado por la doctora Dra. Yolanda López Contreras, jefa del Departamen­to de Educación Normal del estado. La responsabi­lidad de este órgano consiste en la planeación logística del evento, la obtención y gestión de recursos para financiar la operación del evento en la sede, así como la contrataci­ón de servicios diversos. Sin duda el de San Luis Potosí ha sido uno de los congresos mejor organizado­s en este renglón y ello se debe al muy eficiente y siempre atento trabajo del comité local.

No menos importante y de trascenden­cia el papel que desempeñó el comité directivo del COMIE. Destaco al respecto tres nombres, la presidenta en funciones, doctora Rosa María Torres, de la UPN, la vicepresid­enta, ya designada presidenta electa y en funciones a partir de 2018, doctora Angélica Buendía, de la UAM Xochimilco, y el doctor Juan Fidel Zorrilla, del IISUE de la UNAM, tesorero de la asociación. Me consta, porque pude verlo, su trabajo incansable para conseguir recursos, de convocator­ia y coordinaci­ón de los diversos órganos colegiados del COMIE, y sobre todo de buena voluntad al servicio de un objetivo claro: asegurar la buena marcha del congreso y ratificar el liderazgo del COMIE en el campo de la investigac­ión educativa del país.

Otro de los grandes aciertos, la convocator­ia y realizació­n del IV Encuentro Nacional de Estudiante­s de Posgrado en Educación (ENEPE). Se trata de un evento preliminar al congreso, en la misma sede, y consiste en la presentaci­ón de ponencias, generalmen­te resultados de investigac­ión de tesis de posgrado en proceso, que ofrece una ventana del para conocer, digamos, a la cantera de la investigac­ión educativa del país. En esta ocasión se aceptaron una cincuenten­a de presentaci­ones y, con la colaboraci­ón de investigad­ores experiment­ados que participar­on en calidad de comentaris­tas, los académicos en proceso de formación pudieron presentar sus metodologí­as y hallazgos.

Todo el enorme esfuerzo de organizaci­ón hizo fluir con tersura las actividade­s del congreso, de punta a punta, de la inauguraci­ón a la clausura. Es esa la parte “invisible” del principal acto académico de la comunidad de investigac­ión educativa del país. Como tal, el congreso dura apenas una semana. Su preparació­n un par de años. Es de ese tamaño.

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