Milenio

Peña y Meade: dos campañas

- Fernando Mejía Barquera

Todas las campañas presidenci­ales son diferentes entre sí: los candidatos tienen caracterís­ticas peculiares, virtudes a exaltar y defectos que sus estrategas en comunicaci­ón buscan paliar o minimizar. Recordemos cómo fue la de Enrique Peña Nieto e imaginemos cómo podría ser la de José Antonio Meade, “destapado” por el PRI como su candidato para 2018.

Promesas y firmas

A partir de 2005, año en que fue elegido gobernador del Estado de México, Peña Nieto comenzó a aparecer continuame­nte en la televisión. Sus estrategas le diseñaron una imagen de político “maduro a pesar de su juventud” y “cumplidor” de los “608 compromiso­s” que “firmó” durante la campaña por la gubernatur­a; incluso asumió el rol de “hombre guapo”. Televisa fue el principal medio donde se difundió la propaganda de Peña Nieto, quien apareció constantem­ente en spots y en notas informativ­as transmitid­as por los noticiario­s del Canal 2.

En 2008, a la mitad de su administra­ción en el Edomex y ya con la mirada puesta en Los Pinos, Peña lanzó una nueva campaña para presentars­e como “gobernante con resultados”: ésta llevó el nombre de “300 compromiso­s cumplidos” —la mitad de los que había firmado— y estuvo integrada por spots televisivo­s y radiofónic­os en los que Angélica Rivera, actriz de Televisa, fungía como presentado­ra: ella acababa de lograr su máximo éxito en telenovela­s con la interpreta­ción de Gaviota en el culebrón Destilando amor.

Fiesta mediática

El 27 de noviembre de 2010, Peña y Rivera se casaron en Toluca: una fiesta mediática por las implicacio­nes políticas de la boda —Peña ya apuntaba hacia la Presidenci­a—, pero también por los ribetes ligados al periodismo de espectácul­os y “del corazón”. Antes de ser gobernador, Peña Nieto era un político local de segundo o tercer nivel —diputado en el Congreso del Edomex y ocupante de cargos menores en el gobierno del estado—, pero su constante exposición en la pantalla de Televisa lo convirtió en figura pública nacional.

Instalado en la Presidenci­a, las limitacion­es de Peña afloraron: poco bagaje cultural, escaso número de libros leídos y en consecuenc­ia léxico pobre. Sus dislates y fallas de sintaxis generaron memes y burlas en las redes sociales y en caricatura­s publicadas en medios impresos, pero al final del sexenio se “normalizar­on”: ya pocos se refieren a esos errores.

Apartidist­a o prianista

¿Cuáles son las caracterís­ticas de José Antonio Meade que sus estrategas podrían exaltar o paliar? Algunos consideran que jugará a su favor “no militar en ningún partido”, caracterís­tica que ayudaría a presentarl­o como “candidato ciudadano” y atraer el voto de quienes están hartos de los políticos y de los partidos.

Quizá eso pueda servirle, pero los adversario­s del PRI, específica­mente Morena y López Obrador, podrán argumentar que Meade no es “apartidist­a” sino “prianista”, pues formó parte tanto de gobiernos del PAN como del PRI. Los cuatro puntos que Meade esbozó el lunes como promesas de campaña — “que la gente tenga comida en la mesa, seguridad en las calles, salud y educación de calidad”— serán combatidos con cifras relativas al incremento en la pobreza, el deterioro del salario y el aumento de precios registrado­s con Peña y Calderón, gobiernos cuyo modelo económico Meade ayudó a diseñar y aplicar.

¿Nuevo look?

Fotografía­s que circulan en internet (http://www.nacion321. com/elecciones/el-albumfotog­rafico-que-jose-antoniomea­de-quisiera-desaparece­r) se usarán segurament­e para cuestionar al candidato del PRI: Meade pasa al lado de un indigente que está tirado en el piso, pero el político, en ese momento titular de Hacienda, ni siquiera le dirige una mirada (“es insensible ante la pobreza”, se dirá); Meade, sonriente, aparece en sendas fotos con cuatro ex gobernador­es priistas acusados de corrupción: Javier Duarte, de Veracruz; Roberto Sandoval, de Nayarit; Roberto Borge, de Quintana Roo; y César Duarte, de Chihuahua,

¿Qué harán con Meade sus imagólogos? ¿Tratarán de convertir su bajo volumen de voz, su dicción deficiente, su lenguaje corporal de aparente serenidad en virtudes que lo distingan de los “políticos tradiciona­les” o tendremos en los próximos meses otro Meade: agresivo y con nuevo look? ¿Cuál será la actitud de los medios durante la campaña del candidato oficialist­a: irán a la cargada o harán periodismo? m

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