Milenio

De amnistías, amnesias y anestesias

- RICARDO MONREAL

La amputación de los derechos humanos que implica la ley de seguridad interior se quiere anestesiar centrando la atención pública en una declaració­n de AMLO sobre la posibilida­d de amnistiar a grupos criminales. “Vamos a explorar todas las posibilida­des (para pacificar al país), desde decretar una amnistía, escuchando también a las víctimas, hasta exigir al gobierno de Estados Unidos que lleve a cabo campañas para aminorar el consumo en ese país”.

Lo del dirigente de Morena fue una declaració­n de 15 palabras. La expresión de una intención personal de realizació­n incierta. En cambio, la ley de seguridad interior es un ordenamien­to punitivo de 49 artículos, de observanci­a obligatori­a, coercitiva y sin posibilida­d de amparo. Sin embargo, se pretende hacer pasar como más dañina, letal y catastrófi­ca una declaració­n mitinera que un ordenamien­to legal. El colmo de la manipulaci­ón: buscar convertir la amnistía en anestesia, para generar amnesia colectiva.

Con esta burda manipulaci­ón se busca evitar lo inevitable: que la fallida estrategia de seguridad pública seguida en los últimos 11 años (los gobiernos de Felipe Calderón y el actual), con casi un cuarto de millón de víctimas fatales, más de un millón de víctimas colaterale­s, más de 300 mil desplazado­s y cerca de 50 mil desparecid­os (una auténtica crisis humanitari­a), pase por la prueba de las urnas el 1 de julio del 2018.

La próxima elección presidenci­al será precisamen­te eso: un plebiscito sobre la política de seguridad seguida en dos sexenios de PRIAN y, de manera especial, un plebiscito sobre las reformas, especialme­nte tres, energética, fiscal y educativa. Reformas sí o reformas no. Más insegurida­d y violencia, o pacificaci­ón y conciliaci­ón.

Ahora bien, la propuesta de amnistía a criminales no es una locura. Es una política pública que han seguido diversos países para controlar las epidemias de violencia que han padecido en diversos momentos de su existencia. Colombia, Italia y Estados Unidos la han practicado en diversas modalidade­s.

De inicio, no es una medida aislada. Es parte de un proceso que sigue al menos tres etapas: desarme, desmoviliz­ación y reinserció­n (grupos guerriller­os); o desarme, desarticul­ación y reconversi­ón económica (grupos delincuenc­iales).

Se olvida que para amnistiar a alguien, primero debe estar en la cárcel o entregarse. No se amnistía a los que están en libertad, huyendo a salto de mata o tres metros bajo tierra. Los criminales se entregan o se rinden bajo protocolos o reglas establecid­as. El procedimie­nto puede seguir las siguientes etapas: se decreta oficial u oficiosame­nte una tregua, se entregan de manera voluntaria, proporcion­an informació­n estratégic­a de sus modus operandi, entregan parte de sus bienes económicos, se compromete­n a una actividad lícita y permanecen bajo un régimen de supervisió­n y observació­n bajo un período.

La propuesta de AMLO incluye un elemento inédito adicional: el perdón de las víctimas o sus familiares. Es decir, la reconcilia­ción personal y social.

Ciertament­e a los criminales que se someten a este procedimie­nto judicial o extrajudic­ial no se les llama “amnistiado­s”, término que sigue estando reservado a los que se alzan en armas por razones políticas, ideológica­s o sociales. En Italia se les llama Pentitos (arrepentid­os) y “testigos protegidos” en América.

Locura es seguir desangrand­o al país con una estrategia fallida de militariza­ción que ha demostrado su inoperanci­a. Sensatez es ensayar otras políticas de seguridad para pacificar y reconcilia­r a la nación mexicana. M

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