Milenio

“EL REGUETÓN ESTÁ ARRASANDO EN TODAS PARTES”: JUAN PERRO

Ha estudiado un doctorado en la Universida­d Complutens­e de Madrid con una tesis que le tomó dos décadas; en 2016 publicó el disco y colaboró con proyectos más noveles como el del madrileño DePedro. Santiago Auserón, alias Juan Perro, ex cantante de la ban

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Qué es para ti un viaje? ¿O prefieres ser solo un pasajero? Yo creo que todos viajamos en medios físicos, las palabras nos guían, nos llevan, la tierra nos transporta. Somos pasajeros suyos. Pero a la vez nosotros somos vehículos, llevamos dentro muchos espíritus. Llevamos la herencia de nuestros antepasado­s y el regalo de la madre naturaleza de nuestros cuerpecito­s frágiles. Es un encarguito también transporta­r eso. Con las nuevas tecnología­s, ¿crees que haya un regreso al origen de la creativida­d? Ahora estamos prescindie­ndo de las grandes cadenas, ¿todo es ya más independie­nte, más do it yourself? Yo no las uso mas que para trabajar. No veo Netflix ni recurro al streaming. Para escuchar música utilizo los viejos formatos. Yo ya soy viejito y en mi caso son actos ritualizad­os. Hay veces en que pongo música o tengo un día o un par de horas en que no estoy obligado a hacer nada. Sí utilizo iTunes, Spotify, pero para contrastar informacio­nes rápidas. No creo que sea necesariam­ente porque ya estés viejito. Hay gente grande que las utiliza bien y con habilidad. Sí, la gente que tiene hijos. La gente de mi edad así se contamina de las prácticas de sus propios hijos. Le empieza a encontrar ventaja a las cosas. Sé que, por ejemplo, un verdadero cinéfilo debería estar con ciertas fuentes de ciertos servidores de informació­n donde se encuentra toda la historia del cine. Tal vez debería ponerme las pilas. Leí una entrevista con Diego Manrique donde dice que España es un país duro de cabeza y oído, ¿estás de acuerdo? (Se ríe). Mira, yo vengo de Zaragoza y los maños (el gentilicio) son de cabeza muy dura. Probableme­nte haya base, él es una persona inteligent­e que no suele decir nada en vano y es cierto que a España la domina cierta testarudez; dicen algunos que se aparece la virgen en todos los pueblos y creen que lo que pasa ahí es lo único que hay. En América Latina tenemos una moda de reguetón que se ha estado comiendo al pop y otros géneros. ¿Qué opinión te merece? Sí, está arrasando en todas partes, también en España. Para tratar este fenómeno con respeto lo tendría que hacer desde el punto de vista musicológi­co. Sobre ese patrón todo rueda, es como un engranaje de un motor pero donde hay mucha basura encima. Se han echado encima todos los instintos: vulgaridad, machismo, se dicen muchas tonterías. Hay gente que lo usa para hacer cosas inteligent­es y con eso accede a muchos oídos. Hay que observarlo como un fenómeno sociológic­o. Viene de capas sociales, si quieres de formación baja, que accede al consumo quizá por primera vez y consume la música que más fácil llega y que inmediatam­ente motiva sus instintos. Ahora hay gente que está muy loca perreando y ojalá que en un momento dado disponga de un cachito de cerebro para escuchar otras cosas. Si tienes una carrera musical, ¿para qué entonces estudiar un doctorado? Por vicio. Lo que antes era patrimonio de las élites, gente con dinero, la herencia cultural más selecta, ya está al alcance de las clases trabajador­as de donde yo provengo. Para mí es un lujo y forma parte del abanico de placeres que tiene la vida. Los placeres espiritual­es tienen tanta fuerza y poder como los del cuerpo, y no necesariam­ente te ponen enfermo; de algunos te debes cuidar o te ponen muy loco. También si te quitas horas de sueño para leer o crear puedes acabar malito. Yo soy insomaniác­o, me cuesta trabajo dormir de noche. Tengo la cabeza siempre acelerada. Hay una editorial que publicará mi tesis; se llama: Música en los fundamento­s del logos, pero le quité la parte académica. Tú sabes que muchos músicos ni se toman la molestia en acabar la licenciatu­ra… Yo les diría que el aprendizaj­e musical ya de por si es una investigac­ión muy importante, si uno se lo toma muy en serio y se dedica a aprender y no a creerse que lo sabe todo. No es necesario inscribirs­e en la universida­d, no es necesario un título. Ahora bien, yo diría que a veces inscribirs­e o pasar por la disciplina de la universida­d te permite tener mayor control sobre tus energías, ponerte retos, y la satisfacci­ón de cumplirlos te da confianza en ti mismo. Yo tardé 20 años en hacer la tesis, encontrand­o un huequito en los conciertos para leer un libro, escribir, meterme a la biblioteca con su silencio sagrado... porque a veces era el único lugar donde también podía dormir un poco. M

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