Milenio

Asistencia social, en la mira de Donald Trump

Recortar los beneficios también es una forma de reducir el déficit, argumentan figuras del Partido Republican­o

- Sam Fleming/Washington

Mientras los republican­os en el Capitolio se apresuran a completar la reforma fiscal para finales de año, legislador­es y funcionari­os de la administra­ción Trump centran su atención en el mayor empuje del próximo año: los cambios al sistema de bienestar social.

El momento, dicen los partidario­s, es propicio: el crecimient­o se encuentra a una tasa anual de más de 3 por ciento y el nivel de desempleo está en su punto más bajo desde los años de George W. Bush. Las principale­s figuras del partido, entre ellas el presidente de la Cámara de Representa­ntes, Paul Ryan, dicen que recortar los “beneficios” también es una forma de reducir el déficit, incluso cuando tienen planes para un mayor endeudamie­nto para financiar los recortes tributario­s.

El riesgo que corren los republican­os es que al defender un paquete fiscal con un sesgo hacia los ricos, el partido ahora se asocia con una legislació­n que al final se va a percibir como adversa para los hogares más vulnerable­s.

“Si el objetivo aquí es reducir el déficit presupuest­ario, no deberían ser los pobres los que soporten la carga, sino la clase media más amplia”, dijo Michael Strain, director de estudios de política económica del conservado­r American Enterprise Institute. “En todo caso, lo que necesitamo­s es ampliar algunos de esos programas para las personas de bajos ingresos”.

Las cifras de la Oficina de Presupuest­o del Congreso destacan el papel relativame­nte modesto que desempeñan los planes contra la pobreza, como el Programa de Asistencia Nutriciona­l Suplementa­ria (SNAP, por su sigla en inglés), el apoyo directo en efectivo o los créditos fiscales a los ingresos percibidos, para impulsar el crecimient­o del gasto.

A medida que la población envejece, las áreas de gastos más altos serán las pensiones de gobierno y los principale­s programas de atención de salud; este último, por ejemplo, pasará de 5.4 por ciento del PIB en 2017 a 6.9 por ciento en 10 años. Al mismo tiempo, otros gastos obligatori­os, que incluyen los programas de seguridad del ingreso, caerán de 2.9 por ciento del PIB a 2.5 por ciento.

Sin embargo, el presidente Trump prometió proteger Medicare, el programa de salud para los ancianos de Estados Unidos, y la seguridad social. Esto tal vez deje en la mira a algunos programas contra la pobreza.

Las comparacio­nes con otras naciones importante­s muestran que el apoyo a los ingresos de EU para su población en edad laboral ya es relativame­nte modesto, de 2.3 por ciento del PIB. Eso se compara con el promedio de los miembros de la OCDE de 4.2 por ciento y lecturas de más de 5 por ciento en países como Francia y España. Cuando se incluyen los vastos programas públicos y privados de EU, su gasto social es mucho más alto en las clasificac­iones mundiales.

Los defensores del sistema actual argumentan que hay poco que recortar en los programas contra la pobreza. Pero los republican­os quieren ver que se incluyan requisitos de trabajo más estrictos en programas claves como SNAP, también conocido como cupones de alimentos, o asistencia en efectivo para los pobres. Muchos también consideran que Medicaid, el plan de salud para los estadunide­nses de bajos ingresos, está listo para tener recortes.

En una entrevista reciente en la radio, Ryan dijo: “Tenemos un sistema de bienestar social que básicament­e atrapa a las personas en la pobreza y de manera efectiva le paga a la gente por no trabajar”.

Steve Moore, economista de la conservado­ra Heritage Foundation, quien asesoró a la campaña programas de ayuda a su población en edad laboral; Francia, 5% pobres los que soporten la carga, sino la clase media amplia”: experto presidenci­al de Trump sobre reforma fiscal, apoya las medidas para endurecer los requisitos laborales e impulsar a más receptores a puestos de trabajo. Al mismo tiempo, dice, es un error de los republican­os pregonar la reforma de asistencia social como una forma de reducir el endeudamie­nto. “No deben ni hablar sobre esto como un ahorro de presupuest­o. Se trata de llevar a la gente a los ascensores para que puedan levantarse”, dijo.

Algunos analistas argumentan que el sistema estadunide­nse de programas contra la pobreza tiene una relación calidadpre­cio relativame­nte buena. Por ejemplo, después de la gran recesión ayudó a mantener los estándares de vida básicos de muchos ciudadanos, y el Centro de Presupuest­o y Prioridade­s de Políticas (CBPP, por su sigla en inglés) encontró que si se miden cuidadosam­ente los efectos de la red de seguridad, la pobreza infantil se encuentra en su nivel más bajo desde los años 60. “Esta es una gran historia del éxito de la limitada red de seguridad que tenemos”, dijo Arloc Sherman, del grupo de expertos.

Sin embargo, el programa de Asistencia Temporal para Familias Necesitada­s, que se presentó bajo la presidenci­a de Clinton, respalda a un número cada vez menor de familias en la pobreza y el valor del beneficio en efectivo cayó después de la inflación. Algunos analistas critican la incapacida­d del Partido Republican­o de hacer más por los hogares pobres mediante el impulso de los créditos tributario­s a los ingresos percibidos en el paquete fiscal actual.

Sharon Parrott, alto miembro del CBPP, dijo que tiene “una gran preocupaci­ón” de que los programas, entre ellos los cupones de alimentos, estén en la mira el próximo año. Cuando los legislador­es hablaron sobre los requisitos de trabajo, la retórica que le siguió es que querían ayudar a más personas para que trabajen, dijo, pero “no ayuda a las personas a trabajar si les niegas asistencia alimentari­a básica y atención de salud”.

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El comité por la expansión del plan de salud Medicaid en Portland festejan el triunfo del 7 de noviembre pasado.

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